El Carnaval bancario
estamos en Carnaval. Esa oportunidad para que unos se pongan la máscara y otros se la quiten. Dicho con otras palabras, la sufrida ciudadanía se disfraza para olvidar sus penas, e incluso transgredir algunas normas, y otros rinden pleitesía a Momo (dios griego del sarcasmo) inculpando malintencionadamente de sus desdichas a las normas que ellos mismos incumplen durante el resto del año. En este escenario, es posible que veamos a personas con serias dificultades para llegar a fin de mes caracterizados como banqueros, mientras que los gestores de entidades bancarias tratan de proyectar la imagen de un sector agobiado por la excesiva regulación.
Veamos el comportamiento de estos últimos ante la exposición de los resultados obtenidos el pasado año por la banca española que cotiza en el IBEX35. Se trata de siete entidades (Santander, BBVA, Caixa, Bankia, Popular, Sabadell y Bankinter) que presentan un balance global de beneficios en 2015 con un incremento superior al 8% respecto al ejercicio anterior. Es decir, casi triplica el crecimiento del PIB, mientras los salarios se revalorizan apenas un 1% y las pensiones un exiguo 0,25%.
Estos son los datos, aunque no faltará quien argumente que poner en la misma balanza los resultados bancarios, el PIB, los salarios y las pensiones es un error ya que se trata de parámetros distintos que no guardan relación. Es una opinión tan discutible como cuando los banqueros apelan a la reforma laboral o a la inestabilidad política para tratar de justificar unos resultados que no han sido tan buenos como los prometidos a sus accionistas un año antes.
Ni tan siquiera este comportamiento desigual entre el mundo financiero, la macroeconomía y la economía real es obstáculo para poner el dedo en la llaga de la “excesiva” regulación y mayores exigencias de capital, existente en la actualidad, lo cual, en opinión del sector, no solo reduce la rentabilidad, sino que también supone un freno para la concesión de créditos.
SARCASMO He aquí el mayor de los sarcasmos. La banca había pronosticado un buen ejercicio para 2015 con incrementos superiores al 25% en el capítulo de beneficios, que no se han cumplido por “imprevistos de última hora”, como las dotaciones para cubrir las sentencias contrarias por las ‘cláusulas suelo’, las ‘preferentes’, la salida a Bolsa de Bankia, así como las consecuencias de la nueva circular contable, las pérdidas de Repsol (Caixa), las provisiones por la crisis de Abengoa, los problemas derivados del frenazo registrado en países emergentes y así un largo etcétera que haría interminable este artículo.
Claro que, puestos a ser mínimamente objetivos, coincidirán conmigo que buena parte de los problemas actuales de la banca se originan en prácticas poco éticas, como las preferentes, el cobro de comisiones (el pasado año permitieron ingresar 19.500 millones de euros) o las cláusulas suelo, por no hablar de los ‘créditos subprime’, creados y desarrollados por la avaricia de los banqueros y que desembocó en la grave crisis económica cuyas secuelas aún sufre la sociedad, en tanto el beneficio de esas entidades suma 11.651 millones de euros en 2015.
Otras incertidumbres proceden de una deliberada expansión geográfica buscando mayores beneficios, como la presencia en los llamados países emergentes. Sin olvidar que el desplome en los tipos de interés y el euríbor no es una situación ajena a la propia actividad bancaria, porque son medidas que se han tenido que tomar, junto a las cuantiosas ayudas públicas a la banca, para tratar de salir de una crisis que, permítanme que me repita, fue generada por la propia actividad financiera y especulativa de los bancos.
Es en este punto donde se nota la ausencia de un gobierno responsable (esté o no en funciones) para poner freno a semejante propaganda mediática protagonizada por quienes vuelven a privatizar sus beneficios, pero, si llega el caso, reivindicarán la socialización de sus pérdidas como lo hicieron al comienzo de la crisis.