aYER fue de esos días en los que como periodista disfruté mucho. Aymeric Laporte visitaba el set de Onda Vasca en El Corte Inglés y tenía verdadera expectación por charlar con él de fútbol pero sobre todo de él. En los últimos años he tenido la oportunidad de coincidir con él fuera del ámbito periodístico y siempre me había parecido un chico muy cabal. Ayer desde el micrófono lo corroboré. Laporte tiene la cabeza muy bien amueblada y tiene muy claro cómo debe ser su futuro y los tiempos a marcar.
El central zurdo del Athletic es consciente de su capacidad y al mismo tiempo de la fortuna que supone el hecho de crecer paralelamente con el equipo. El chico que llegó con 15 años de edad ha madurado al mismo tiempo que el club y se muestra orgulloso de pertenecer a un grupo de futbolistas llamados a celebrar algo grande. No tiene prisa y sabe que la calma y tranquilidad son las mejores consejeras para un jugador de fútbol de sus características y con su potencial.
Es feliz y solo verle sonreír basta para darse cuenta. Se ha mudado a vivir a Bilbao porque le encanta la villa y pasear por sus calles es una motivación más. Después de la charla de ayer saco varias conclusiones. Sobre su futuro, lo que tenga que ser será pero quien únicamente lo va a decidir es él. Por mucho que le coloquemos representantes, Aymeric es su propio representante y no hay nadie más que hable en su nombre.
Otro de los detalles que me encantó es la pasión con la que habla de sus compañeros, a los que agradece cada vez que puede el esfuerzo compartido. No duda en alabar a unos y otros y su confianza en ellos es tan grande que confía y sueña con ganar la Europa League. Ayer me sentí más feliz si cabe de mi regreso a la radio y de la gozada que significa estar de vuelta en Onda Vasca. Para un periodista deportivo no hay nada más gratificante que entrevistar a un crack y verle disfrutar. Eskerrik asko, Aymeric.