2016: odisea en la nebulosa
dentro de unos días comienza un nuevo año, heredero de las luces y sombras que deja 2015. Y dentro de unas semanas debiera iniciarse una nueva legislatura española, pero no está muy claro, lo cual sirve de argumento para quienes apelan a la estabilidad política definiéndola como la llave para mantener el motor económico en los ratios de crecimiento y creación de empleo que se han registrado en los últimos meses. Tal parece que los resultados electorales fueran una gran sorpresa e injusticia. Es decir, como si las medidas, recortes y reformas implementadas no estuvieran en el epicentro del origen de la indignación social.
No deja de ser paradójica esa aparente sorpresa. ¿Acaso no hemos conocido decenas de encuestas, análisis y estudios que ponían sobre la mesa, una y mil veces, unos resultados similares?
En el 20D se cumplieron las previsiones que los partidos políticos sabían de antemano. Como también eran conocidas por inversores, organismos financieros e instituciones españolas, europeas e internacionales que han venido aplaudiendo las ayudas públicas a la banca, sin dejar de reclamar más reformas laborales para beneficiar al tejido empresarial y más recortes sociales para reducir el déficit público. Todos, sin embargo, tenían la certeza de un nuevo panorama, complejo y multicolor, que rompía el bipartidismo hegemónico en los casi cuarenta años de elecciones.
Ahora, ese tiempo parlamentario nuevo parece haberse convertido en un escenario incierto que pone en riesgo la tendencia alcista de la economía española, según aseguran quienes ahora tratan de confundir democracia con inestabilidad política. Veamos un ejemplo: Esta semana se ha conocido que las empresas del IBEX35 repartirán 26.000 millones de euros en dividendos y los analistas financieros ponen énfasis en la fuerte caída en Bolsa (3,62% el lunes) tratando de establecer una relación causa-efecto con el dictado de las urnas, pero olvidando, o no queriendo recordar, que estos descensos son habituales. Así, el 21 de noviembre de 2011 la Bolsa se desplomó 3,48%, cuando la estabilidad política estaba garantizada con la mayoría absoluta del PP.
INCERTIDUMBRE Persisten, en efecto, las dudas. Pero no están derivadas del resultado electoral. Lo que realmente acusan las cotizaciones de los valores de renta variable es la incertidumbre de un escenario macroeconómico peor de lo esperado por las tensiones geopolíticas y menores perspectivas de crecimiento en las grandes economías emergentes y en Europa.
Hasta ahora, diversos factores, como el precio del petróleo, los tipos de interés en la zona euro y la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE), han influido en la tendencia alcista de la economía, pero sin consolidar aspectos de índole social (creación de empleo, salarios y competitividad).
Dicho con otras palabras: el enfermo (la economía española) ha recuperado el flujo sanguíneo (liquidez monetaria a bajo coste), pero su temperatura (concesión de créditos, consumo e inflación) sigue por debajo de la normalidad, lo que impide aumentar el músculo (creación de empleo y sostenibilidad de las prestaciones sociales) que es el principal objetivo de la sociedad, tal y como lo demuestran los datos que han dejado las urnas.
Europa en general, y España en particular, necesitan, para salir definitivamente de la crisis, estimular la demanda, pero la política económica europea no está diseñada para una crisis como la vivida desde 2007 y la española sigue los dictados de la Troika, cuyas medidas, reformas y recortes han permitido recuperar la senda de los beneficios a las grandes empresas y un clima de indignación social que ahora llaman inestabilidad política.
Para los gestores económicos (sin responsabilidad política) es fácil, cómodo y apropiado pedir un gran pacto para, según ellos, evitar la inestabilidad que pone en riesgo factores financieros (prima de riesgo, déficit y deuda públicos), mientras que los responsables políticos, sin posibilidad de intervenir en la gestión económica, no quieren arriesgar su prestigio (?) en decisiones contrarias a los deseos financieros, aunque su sumisión signifique el deterioro de la democracia que dicen defender.
Algo debiera cambiar para que la odisea de 2016 marcara el camino para salir de la nebulosa.