NUESTRA televisión pública necesita un curso de mindfullness, la corriente psicológica de moda, que preconiza, en lo racional, la conciencia plena y, en lo emocional, la compasión como claves para alcanzar la felicidad. ETB tiene déficit de amor propio, con demasiadas dudas sobre su gente y su proyecto, quizás porque los resultados no acompañan. Nunca tuvo fe en las mañanas y dejó, por complejo, que las demás cadenas las colonizaran, como el supermercado se comió las tiendas del barrio. Ahora, regresa a mediodía con propuesta de diálogo y pone en manos de Xabier Lapitz la épica tardía de ocupar presencia en el debate de actualidad. En Jake -nombre de grupo punk- es un producto previsible para competir con éxito contra Al rojo vivo de la Sexta, líder en Euskadi, y Las mañanas de Cuatro, e influir en la sociedad desde la perspectiva vasca y su manifiesto pluralismo.

“Tengamos paciencia”, aconsejaría el mindfullness, para que la audiencia vaya optando poco a poco por la tertulia cercana en vez de la remota. Si empieza de cero técnico, bien está que a las primeras de cambio alcance hasta un 6% de seguimiento. Lapitz es el hombre para esa empresa, con el reto personal de demostrar que de la radio a la tele hay la misma diferencia que entre la carretera y la autopista, un carril más.

Algunas cosas tiene que corregir de inmediato. ¡Por favor, que alguien le ajuste las gafas a Lapitz! No puede ser que su compulsivo gesto de subirse las lentes se convierta en parte de la retórica del programa. Como En Jake no es una tertulia de radio televisada, debe evitar que el bolígrafo en mano -más ruido para la imagen- parezca algo tan autoritario como la batuta del director de orquesta. Y así como el diseño de producción es de lujo, es preciso que el apabullante predominio masculino del plantel de colaboradores se equilibre con más mujeres. La opinión es una arriesgada aproximación a la verdad. A los profesionales de las pantallas el mindfulness les advierte que la verdad no es más verdad por ser más dura, sino por compasiva.