EMPIEZA a ser algo ya habitual esto de ir soltando ocurrencias respecto al Cupo. Parece que al PSOE le ha dado un apretón después del resultado electoral de Ciudadanos en Catalunya. Primero fue Sánchez y ahora ha sido su vicelideresa, Susana Díaz, la que ha pisado el charco. La salpicadura puede que sea agua bendita para abonar el electorado andaluz, pero sospecho que pringa a los socialistas vascos, a los que el asunto les pilla en chanclas.
Veamos. Dice Susana Díaz que los territorios históricos de la CAV (no habla de Nafarroa, aunque supongo que es extensible) “reciben más dinero que otras comunidades” por lo que es necesario “modularlo”. Hay un error conceptual de base: los territorios vascos no reciben. Son las haciendas vascas las que aportan a las arcas españolas parte de los impuestos que recaudan. Y en esto, el lenguaje no es inocente. De la misma manera que cuando habla de “modular” lo que está diciendo es que Euskadi dé más dinero a la Hacienda estatal. Es como cuando enumeran las duplicidades: siempre duplican los vascos, nunca los españoles. Ese es su concepto de eficacia.
La presidenta andaluza en realidad, no sé si de manera consciente o fruto de un desconocimiento absoluto del Concierto Económico, vuelve a rescatar un concepto de cupo propio de 1878. Un año antes Cánovas del Castillo (genuino representante del nacionalismo español del XIX como Arana lo fue del vasco o Martí del cubano) se ventiló por decreto las Diputaciones y las Juntas Generales. Pero se topó con un problema práctico: apenas existía Hacienda estatal en territorios donde los impuestos siempre los habían recaudado las autoridades propias aplicando los Fueros. Así que, en cierta manera, se la envainó y aceptó sin demasiado entusiasmo un sistema concertado de impuestos. Allí, como ahora pretende Susana Díaz, el Cupo se calculaba en función de lo que la Hacienda española hubiera recaudado en los territorios vascos si estos hubieran estado sometidos a ese régimen general. A partir de ahí, eso de que “reciben más dinero que otras comunidades” podría entenderse; si la suma se extrae en base a un ingreso general también los gastos (“lo que reciben” en palabras de Díaz) deberían corresponder a ese mismo criterio.
Pero desde 1981 el sistema de cálculo del Cupo cambia: es la cantidad que el Estado gasta por mantener sus servicios en la CAV, además de las cantidades derivadas por otros conceptos (Ejército, Cuerpo Diplomático, etc.) de lo que se supone que también se beneficia la ciudadanía vasca. Lo cual es muy discutible. Pero esa es otra cuestión. Es lo que marca ahora la Ley del Concierto. Y aún hay más: la aportación vasca al Fondo de Compensación Territorial. Este seguro que Susana Díaz lo conoce bien: jamás le cuadrarían las cuentas sin la solidaridad de otras comunidades del Estado.
¡Claro que hay que revisar el Cupo! De hecho, su revisión lleva un notable retraso puesto que tocaba hacerlo en 2007. En eso acierta Idoia Mendia, aunque algo tendrá la cosa cuando ni siquiera coincidiendo Zapatero en La Moncloa y López en Ajuria Enea fue posible un acuerdo. Pero por volver al origen conceptual del Cupo que Díaz se salta: el cálculo no es la inversión en Sanidad o Educación aquí o allá. Eso es un cálculo español, no vasco. Su reclamación debe ir dirigida al Gobierno español y dejar en paz el Cupo vasco cuyo cálculo ni siquiera tiene que ver con la recaudación de las Haciendas vascas y mucho menos con la falta de recursos en los colegios y hospitales andaluces.