LA política vive momentos de efervescencia, en un contexto preelectoral que muchos analistas diagnostican como catártico y preludio de cambios de naturaleza constituyente. Sin negar solidez a tales prospecciones, soy algo escéptico y prefiero pisar suelo, defender desde el presente lo que nos une y nos vertebra como sociedad y como pueblo vasco.

Los fuegos de artificio que anuncian grandes cambios pueden quedar en eso, en mucho ruido y pocas nueces. Y esa proyectada nueva estructura de distribución del poder territorial del Estado a través de fórmulas de descentralización federal puede resultar un regalo envenenado para nuestra fórmula de autogobierno, cuyo elemento troncal es el Concierto Económico.

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