LA reciente ley de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes señala que se persigue reparar una injusticia de hace 500 años, un error histórico, y que pretende establecer un nuevo espacio de convivencia entre judaísmo e “hispanidad”. Nunca es tarde, pero entonar el mea culpa 500 años después de la expulsión de todo ese colectivo debiera hacer pensar a quienes pontifican la historia como fundamento de la sacrosanta unidad de la nación española.
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