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La bestia negra siguel suelta

La bestia negra siguel sueltaZ.Alkorta

AQUELLA criatura parida en 1903 por un grupo de estudiantes bilbainos en Madrid se ha convertido en la auténtica bestia negra del Athletic, pues no hay otro equipo en los últimos tiempos que cause más quebranto en el cuerpo y alma rojiblanca. Como el palo que nos atizaron en la final de Bucarest dos años atrás, cuando nos las prometíamos tan felices y justo entonces irrumpió como un sarpullido primaveral el fenómeno del cholismo. ¿Y quién fue el chulo que ganó por primera vez en el Nuevo San Mamés?, pues eso mismo, el Atlético de Madrid, hace casi un año y en la Copa, lo que supuso además la eliminación del equipo bilbaino del torneo del KO en los cuartos de final; y luego regresaron en la Liga, y otra vez, y de la misma forma, o sea, como ayer, remontando el marcador con una determinación digna de encomio, hay que reconocerlo, porque si en estos partidos el Athletic le echó bemoles ellos para nada se arredraron. Si algo tiene el Atlético de Madrid construido por Diego Pablo Simeone es la intensidad que le pone en cada encuentro que disputa, y no solo cuando el rival sugiere predisposición a la épica, por eso les va como les va. Desde luego que el Athletic jugó con un vigor tremendo, el mismo que echamos de menos por su ausencia el pasado jueves contra el Alcoyano; o en el encuentro frente al Córdoba, o ante el Granada, y en Vallecas, motivo por la cual el conjunto bilbaino se ha quedado en la competición liguera empantanado en tierra de nadie.

Al revés que el óleo pintado por Goya, es Saturno quien devora al padre, una y otra vez, y en esta ocasión lo hizo con glotonería, cuatro goles que sobre todo han puesto a prueba el temple de la afición rojiblanca, que aguantó cada mordisco del destino con deportividad y estoicismo, si acaso irritación comedida. Tengo curiosidad por saber si la pueril expresión “manos arriba, esto es un atraco”, que es lo más gordo que en masa coral se escuchó anoche en San Mamés, entra dentro del acerbo de manifestaciones a censurar en los campos de fútbol por esa especie de tribunal inquisitorial que se está creando para reeducarnos en santa cruzada y al amparo de la reyerta mortal ocurrida, no hay que olvidarlo, fuera del recinto deportivo, a un kilómetro del Vicente Calderón.

Porque si Antoine Griezmann (creo que en Donostia lanzaron cohetes en su honor) hizo posible el empate nada más comenzar la segunda parte, luego fue el colegiado José Antonio Hernández quien arreó un duro golpe psicológico a los muchachos de Valverde e hizo añicos el equilibrio del partido observando penalti de San José sobre Tiago donde todos los demás vimos un piscinazo tremendo; o tragándose el tercer tanto del menudo futbolista francés, que lo anotó en fuera de juego después de un desafortunadísimo resbalón de Gurpegi. Apareció Saturno en plan cabrón, también el desafuero arbitral, y por aparecer se manifestó hasta la fatalidad. En estas va un compañero con chispa y la suelta: “Como están prohibidos los exabruptos en los estadios, Gurpegi jugó sin tacos en las botas...”. Es decir, que hay que tomárselo a guasa para digerir lo mejor posible tan enorme desengaño. De los cuatro goles, dos fueron ilegales y le sirvieron al Atlético de Madrid para recobrar el resuello y el equilibrio táctico, hasta transformar en goleada lo que como mucho debería haber sido empate o apurada victoria.

Sin embargo, gran parte de los males estructurales que aquejan al Athletic se manifestaron con esta feroz derrota, que sirve para despedir el año tañendo campanadas a funeral. Un equipo que en 16 partidos ligueros tan solo ha sido capaz de anotar catorce goles, ¿a qué puede aspirar?

En la anterior temporada, la tropa rojiblanca llevaba anotados 24 goles con los mismos partidos, tenía 30 puntos y ya ocupaba la cuarta posición. La misma que lució al término de la campaña y abrió las puertas de la Champions, razón principal para que Valverde calificara en vísperas del partido de “extraordinario” el año que está a punto de acabar. “Seguimos vivos en las tres competiciones”. Recordó además el técnico. Y es cierto. Y queda tanto por ver...