Euskadi es un país muy raro: en la elección de su Parlamento el voto vizcaino vale cinco veces menos que un alavés y el tercio de un guipuzcoano. Y en su radiotelevisión pública minorías y mayorías tienen igual presencia en los debates a pesar de su diferente caudal de votos. ETB es un parlamento de cuatro sillas. La rareza del país se incrementa cuando, a pesar de este igualitarismo feroz, aquellos que se ven sobrerrepresentados declaran estar discriminados. Esto dijo Nerea Llanos, número dos del PP vasco, durante el pleno en el que PSE, PP y UPyD pedían la cabeza de Maite Iturbe: “En los debates de la radiotelevisión vasca se calumnia e insulta a cargos públicos democráticos y se acorrala a los pocos contertulios que critican al nacionalismo”. Apeló a los “pocos contertulios” refiriéndose a quienes acuden a las tertulias en nombre del PSE y PP que son, como señalaba antes, el mismo número que los del PNV y Bildu.

Veamos los datos: PNV, con 384.766 votos, tiene una silla en las tertulias. EH Bildu, con 277.923 votos, también una silla. PSE, con 212.809 votos, una silla. Y PP, con 130.584 votos, una silla como los demás. Es decir, el asiento del PP vale tres veces más que el del PNV y el doble que la silla de la izquierda aber-tzale. Algo parecido ocurre con los socialistas. Ante tanta desproporción favorable, ¿de qué se quejan? De la realidad. De que los males políticos de España -corrupción y degradación democrática- sean tema de conversación en ETB. Reclaman censurar la realidad.

En su patetismo, Llanos se atrevió a señalar a los profesionales de ETB, al decir que los presentadores “sonríen o jalean” mientras se ataca a populares y socialistas. Es difícil ser más injusto con Silvia Intxaurrondo, Klaudio Landa, Jon Bilbao, Juan Carlos Etxeberria y Xabier Usabiaga, los moderadores. Estamos ante un conflicto artificial que roza lo burdo y chabacano. Mientras, Vocento se une a la causa contra quien le ha arrebatado la primacía informativa. Somos un país muy raro. Somos tan distintos que queremos ser iguales.