eL pasado 10 de febrero, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) lanzó una campaña contra el fraude audiovisual bajo el lema Cuando pirateas fútbol, le haces daño a tu equipo, en la que se ven a una serie de hinchas en plan cafre, realizando entradas terroríficas a jugadores que defienden sus mismos colores. O sea, que Javier Tebas y sus cuates intentan combatir el asunto de la piratería tocando con una mano la fibra sensible de la afición recurriendo a la demagogia más cerril mientras que con la otra reparten hostias como panes entre la misma feligresía poniendo los partidos en horarios disparatados, a ver si dejan de acudir a los estadios y se abonan de una puñetera vez a la televisión de pago, que es donde tienen su negocio.

Sin embargo y en virtud de la llamada Ley Cascos de 1997, cuando por decreto aquel ínclito vicepresidente del Gobierno de Aznar impuso que el fútbol es un bien de interés general y por lo tanto hay que emitirlo por narices en abierto, Tebas y su pandilla de bucaneros consiguieron encriptar el magro del fútbol (los encuentros del Real Madrid, Barça y todos aquellos que disputan torneos europeos) en la televisión de pago y abrir en día tan intempestivo como el lunes, y a las diez de la noche para joder aún más al personal, una especie de sumidero por donde colar el "bien de interés general".

Cuatro se hizo con esos derechos a precio de saldo, impuso a su vez su propia tiranía y viendo el panorama (ese emocionante Valladolid-Getafe capaz de embriagar al futbolero más sibarita) decidió que el Athletic es el puñetero amo de la pantalla, por razones obvias. La consecuencia la conocen de sobra, pues de momento serán once partidos, contando el de hoy ante el Levante y el próximo contra el Málaga, los que la tropa rojiblanca debe jugar en lunes, la tercera parte del calendario con horario conocido.

Cuatro consigue con los leones en juego su mejor cuota de pantalla, pero no paga, por ejemplo, efectos colaterales, como la prolongación del servicio de metro cada vez que el Athletic juega en San Mamés, algo que sí tuvo que hacer el Barça (30.000 euros la hora) cuando jugó contra el Levante un partido copero sin atractivo emitido por Antena 3 a las 22.00 horas de un frío y lluvioso 29 de enero, mostrando la desolación de un Camp Nou semivacío.

El Athletic será borrado la próxima temporada del calendario futbolístico de los lunes porque pase lo que pase tendrá pedigrí europeo, pero mientras tanto intentemos sacar el mejor jugo posible a lo que hay.

Para empezar, la visión del encuentro está al alcance de todos, ya que se emite en abierto. Permite disfrutar de un fin de semana plácido, con perfume a primavera, ajeno al fragor del balón. Además le da vidilla al lunes, pues al cabo de tan ingrata jornada juega nuestro Athletic (ya te veo: repantigado en el sillón favorito y una ¿cerveza? en la mano). Pero ¡ojo! hay que tener tacto: igual hay quien prefiere ver ¡Mira quién baila! de TVE-1, o Velvet (A3), o a lo peor Supervivientes (T5) o Pesadilla en la cocina (La Sexta), y se arma el cisco. Si se pierde esa batalla pasional, siempre quedará algún bar o la opción de grabar el encuentro, desaconsejable por la desazón que supone la incertidumbre y porque si Aduriz anota, ¡¡gol...!!, te lo gritará el vecino de enfrente, y el de la esquina, e intuirás el resultado.

En todo caso, por dios, evitar el ¡aquí se ve el partido por mis santos cojones! y exabruptos semejantes.

Para bien o para mal, se conoce de antemano lo que han hecho los rivales por esa linda cuarta plaza. La derrota de la Real que seguirá, pase lo que pase, al menos a seis puntos, y del Villarreal, que se queda a siete. Es el Sevilla quien asoma pujante después de derrotar al Espanyol. A solo tres puntos de distancia, Unai Emery ya tiene sus cuentas de la lechera echadas: El Athletic pierde en el Camp Nou, luego vamos nosotros a San Mamés y... y tampoco me olvido del Athletic-Real Sociedad, con las ganas que les tienen...

Apelemos pues al socio Caparrós y su espíritu (déjate de imagen, clasificación amigo...) ya que el Levante ni pincha ni corta en esta Liga, como tampoco el Espanyol, según demostró ayer con su flojera en Sevilla. (Y desde luego: fe en los chicos, decididos a marcar territorio con garra, ilusión y hasta buen fútbol).