el 2014 será año de fútbol y referéndums, los dos contenidos que marcarán la programación de la tele y a través de los cuales la ciudadanía se expondrá ante sí misma en sus diferentes versiones, como sociedad espectáculo y como gestora de sus libertades. Tienes dos opciones: ser espectador o protagonista. Si prefieres dejarte llevar te verás involucrado en el festín patriótico del campeonato mundial de fútbol, entre el 12 de junio y el 13 de julio, que a tus efectos no se celebrará en Brasil sino en Telecinco. Para sobrevivir a esta orgía de distracción colectiva mi consejo es: da un paso atrás, eleva la mirada y capta con atención todos los detalles del comportamiento pueril, la exageración mediática, la pasión inútil y el patrocinio canalla de este circo del balompié globalizado. Es muy divertido e instructivo salirse de la procesión de los adoradores y observar las cosas con perspectiva crítica. Acabas por compadecerte de la gente e indignado por nuestro miserable modelo de vida.

De paso, la tele y el fútbol se han inventado, por mutuo interés, la novedad de los tiempos muertos, dos minutos de parada por partido que darán para cuatro o cinco anuncios, a millón de euros. Un golazo por la escuadra.

La Roja es la esperanza redentora de las frustraciones y el remedio de la autoestima española. Con un propósito estratégico sobrevenido: servir con sus victorias al desistimiento soberanista. Los referéndums de otoño en Cataluña y Escocia nos van a proporcionar valiosos documentos sobre la degradación democrática. Te invito a seguir con atención el curso de las noticias y la opinión en todos los canales sobre estos procesos de autodeterminación, con sus sucesivas fases, empezando por la actual, de incertidumbre y miedo, y continuando por las de manipulación de datos, confusión emocional, división del contrario, moderación táctica y amenaza final, un curso intensivo e indecente sobre cómo subyugar a unos pueblos bajo el terror de la mentira programada. Conseguirán que dejes de ver la tele y te hagas independentista.