Vivimos en un mundo ennegrecido por la cruel crisis económica cuya mayor y peor realidad es la pandemia del desempleo que afecta al 26% de la población activa española, mientras que en el País Vasco los damnificados apenas llegan al 16%. Una diferencia ante la que algunos pueden dejarse llevar por la tentación de considerarlo como un consuelo. Pero no lo es. Si acaso puede estimarse como un mal menor, pero, en resumidas cuentas, es un mal que, a tenor de los datos facilitados por el Encuesta de Población Activa (EPA), va in crescendo sin que el escenario de muestras o síntomas de cambio, salvo las declaraciones gratuitas de gobernantes que, lejos de asumir sus responsabilidades, dejan entrever ese trastorno psicológico conocido como síndrome de Peter Pan.

Es el caso de la ministra española de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, quien se ha permitido la licencia de pintar un escenario optimista y ve "noticias esperanzadoras" en la última encuesta de la EPA, cuando los datos sobre destrucción de empleo han sido considerados como los peores de la historia desde que se hacen este tipo de estadísticas. Sin olvidar otro aspecto importante: el descenso en la población activa, formada por quienes tienen empleo y por quienes lo buscan. Es decir, cunde el desánimo entre los parados que pierden toda esperanza de encontrar un trabajo y abandonan el mercado laboral.

La ministra no se siente aludida por esta realidad y se esconde detrás de excusas o mentiras, "algo está cambiando en el mercado de trabajo porque la reforma ha frenado el ritmo de destrucción de empleo" (¿?), en aras de disimular su incapacidad. Y por elevación, esta actitud también se pone de manifiesto en el conjunto del gabinete de Rajoy, que siguen empeñados en proyectar a la opinión pública sensaciones placenteras mediante actitudes en las que parecen ser seguras de sí mismas e incluso arrogantes. Es, lo repito, el síntoma inequívoco del síndrome de Peter Pan, que se manifiesta en las personas adultas mediante un comportamiento infantil o un rechazo frente a toda responsabilidad. Es una coraza para ocultar sus verdaderas inseguridades e indecisiones.

Estas personas se esconden detrás de excusas o mentiras en aras de disimular su incapacidad para crecer; suelen hablar de fantásticos proyectos, negocios increíbles…, como Eurovegas en Madrid, el mayor centro de juego (y otras lindezas). Estas fantasías (en general imposibles de cumplir) les permiten sacar pecho y eludir responsabilidades en el escenario doméstico español. Incluso llegan a culpabilizar a los otros de las cosas negativas que les ocurren. Pero cuando salen fuera y se enfrentan a la realidad europea o mundial reciben bofetada tras bofetada, como la encajada esta semana por Rajoy al pedir a Merkel "política expansiva" para volver a crecer. Pero la canciller alemana ha sido tajante en Chile: "no hay alternativa" en cuanto las medidas de austeridad frente al crecimiento. "La confianza solo se consigue con finanzas saneadas", ha dicho.

¿Qué está ocurriendo? Muy sencillo. Europa no se fía de las autoridades españolas, ni de sus previsiones. Tampoco terminan por creerse los planes de saneamiento bancario. Quieren hechos y no promesas, mientras un día sí y otro también afloran casos de corrupción que en cualquier otro país europeo democrático ya estarían castigados sus responsables. Por eso, la Unión Europea, por ejemplo, va a poner vigilantes empotrados en todas las entidades bancarias españolas rescatadas con dinero del Mecanismo de Estabilidad (Mede) para comprobar que cumplen las condiciones que les ha impuesto por entregárselo.

Se trata de una figura llamada monitor trustees, que ya se utilizó en el rescate irlandés y consiste en que una firma de auditoría se incrusta en las entidades -como los inspectores del Banco de España- para vigilar este cumplimiento y responder de ello ante Bruselas. Se ha abierto un proceso para seleccionar a estas firmas, que se cerrará en las próximas semanas, según fuentes conocedoras del mismo.

Podríamos seguir poniendo más ejemplos de estos adultos que siguen comportándose como niños, pero hemos de dejar espacio para una breve referencia a la realidad económica e industrial vasca, que tiene síntomas muy preocupantes, pero también aspectos que invitan a una prudente esperanza. Por ejemplo, según la EPA, el País Vasco es, junto con Andalucía y Cantabria, las únicas comunidades donde ha subido la población activa en el último trimestre de 2012. No es para tirar cohetes, pero si en párrafos anteriores consideramos negativo el descenso de la población activa, su aumento es, cuando menos, esperanzador.

Y, en referencia al futuro, esta semana pasada resultan destacables tres empresas vascas relacionadas con noticias que ponen de manifiesto la importancia de la innovación tecnológica. Son, sin que el orden presuponga prevalencia alguna, ITP de Zamudio, Fagor del grupo MCC y la ingeniería IDOM de Bilbao. La primera, líder mundial en la producción de turbinas aeronáuticas, mantiene como en inversión en I+D+i un 15% de sus ventas que superan los 500 millones de euros. La segunda suministra prensas a firmas de automoción como Volkswagen, lo que evidencia una clara apuesta por la innovación.

En cuanto a la firma de ingeniería IDOM, ayer domingo recibía el premio Sabino Arana. Pero al margen de este galardón, es obligado señalar que su historia comenzó hace más de medio siglo y se ha hecho presente en proyectos industriales y arquitectónicos de primer orden en todo el mundo con una clara proyección innovadora pero, sobre todo, con un ADN vocacional donde lo primero son las personas que trabajan en la empresa, formándoles tecnológicamente como profesionales y, lo que es más importante, inculcándoles un sentido de la responsabilidad humanista que hoy se traduce es ser una de las primeras ingenierías europeas.

Vivimos momentos negros, pero, sin actitudes de Peter Pan, aún quedan motivos para la esperanza.