Un informe de Emakunde constata que las mujeres siguen asumiendo los cuidados, tienen peores condiciones laborales y han sufrido un aumento de la violencia machista.

El lehendakari, Imanol Pradales, ha presidido la reunión del Consejo de Dirección de Emakunde, en el que se ha aprobado el estudio titulado 'Cifras sobre la situación de mujeres y hombres en la CAE 2024'.

El informe constata que los estereotipos de género y la segregación vocacional condicionan las trayectorias educativas y laborales de mujeres y hombres.

Sociedad envejecida con rostro de mujer

El análisis revela que Euskadi es una sociedad envejecida con rostro de mujer. A partir de los 55 años, las mujeres superan a los hombres y entre las personas mayores de 90 años representan el 73 % de la población.

Constata que la maternidad sigue estando penalizada, una vez que el cuidado sigue estando mayoritariamente en manos de las mujeres.

En este sentido, el informe recoge el dato de que, a pesar de los avances legales en permisos igualitarios y pese a que se ha ido produciendo un aumento de hombres con excedencias por cuidados, las mujeres asumen el 87 % de las excedencias por cuidado de menores y el 72 % por cuidado de familiares, lo que repercute en su trayectoria profesional y en su salud.

Y es que la prevalencia de síntomas de ansiedad y depresión entre las mujeres es superior a la de los hombres en todos los grupos de edad, con mayor incidencia en la juventud.

La salud mental de las mujeres está profundamente afectada por la sobrecarga de cuidados, la soledad en la vejez o la violencia estructural, entre otras cuestiones.

Sectores más precarios

En relación con el empleo, si bien en las últimas décadas las tasas de actividad y ocupación van incrementándose, el mercado de trabajo sigue segmentado por sexo, lo que vincula a las mujeres con sectores más precarios.

De hecho, aunque la diferencia va disminuyendo con los años, el salario promedio de los hombres supera en 5.790 euros al de las mujeres.

Las mujeres no solo acceden menos al empleo, sino que lo hacen en condiciones más precarias, más inestables y con menor calidad contractual: ellas representan el 66 % de las personas contratadas a jornada parcial, y el 76 % de los contratos firmados por mujeres son temporales (64 % en el caso de los hombres).

El mercado laboral penaliza doblemente a las mujeres: menos acceso, más parcialidad y más temporalidad. Esto tiene efectos en cadena sobre renta, protección social y pensiones.

Escasa representación sociopolítica

En cuanto a la participación sociopolítica, tras las últimas elecciones al Parlamento Vasco la presencia de mujeres ha aumentado ligeramente, alcanzando el 52 %.

Queda lejos la representación equilibrada en alcaldías y concejalías: el 34 % de las alcaldías están encabezadas por mujeres y en el caso de las concejalías el 46 %.

Aún más lejos están la participación igualitaria en los consejos de administración de las organizaciones empresariales, donde ellas representan el 30 %. En cuanto a las entidades financieras sólo una de cada cuatro tiene a una mujer en la presidencia.

En líneas generales, la participación femenina se concentra más en organismos vinculados a lo social, y en el ámbito público, mientras que los espacios económico-productivos siguen masculinizados.

Aumenta la violencia machista

La violencia machista contra las mujeres sigue siendo una realidad estructural y persistente. El informe recoge 6.572 victimizaciones en un año, un 6,9 % más respecto al año anterior, aunque la última reforma de la Ley para la Igualdad ha favorecido la prestación de recursos y la atención integral de las víctimas.

En la reunión, Pradales ha señalado que para el Gobierno vasco la igualdad de mujeres y hombres es una prioridad, y, ante las brechas que muestra el estudio, ha hecho un llamamiento a favor del trabajo conjunto de toda la sociedad para seguir avanzando en igualdad.

La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, por su parte, ha invitado a analizar estos datos que muestran una radiografía social que obliga a mirar de frente las desigualdades de género que aún persisten.