definición de facha: dícese de la persona o entidad severamente conservadora y de carácter intransigente que manifiesta en público su retrógrada ideología sin advertir el ridículo que provoca. La diferencia entre un individuo muy de derechas y un facha es que el primero ha interiorizado su vergüenza política y procura maquillarla con afirmaciones democráticas de escaparate, mientras que el segundo hace bandera de su alma reaccionaria y asume sin turbación la historia de sus crímenes. Es la misma distancia que hay, por ejemplo, entre Vocento y La Gaceta. Anda la parroquia ultra alborotada en la tele, entre Intereconomía y 13TV, emisora oficial de la Conferencia Episcopal, de amarillo corporativo. Desde hace meses el canal de la Iglesia trata de imponerse a la cadena del toro arrebatándole sus tertulianos y anunciantes, a sabiendas de la crisis agónica de su oponente. El último golpe ha sido el fichaje de Antonio Jiménez, conductor del debate preferido de los rancios, El gato al agua, producto tóxico del que se alimentan cada noche más de 600.000 españoles.

Varios motivos explican este barullo, entre ellos la posición favorable de Rouco Varela a una convergencia con Intereconomía, pero su enemistad doctrinal con el presidente del otro grupo, Julio Ariza, hace imposible la fusión. El jefe de los obispos cree que no hay mercado para dos canales católicos de ultraderecha, por lo que ha decidido absorber al otro a base de talón y confesionario. A Intereconomía solo le quedan las figuras de Juan Manuel de Prada, tronante conciencia de la tradición hispana, y el exconvicto Mario Conde, quien agita en esa tribuna sus delirios de esplendor perdido y propaga su proyecto electoral, Sociedad Civil y Democrática, algo así como una secta de adoradores del euro.

Estamos en vísperas de la unidad ultra en la tele y Antonio Jiménez es su Juan Bautista. Pronto se rendirán Punto Pelota y los viejos resistentes. Y así 13TV será, como la Cope, una, grande y facha; refugio de los últimos católicos en rojo y gualda.