El dios de los ateos
El hombre que dijo que cambiaría, si pudiera, toda su tecnología por una tarde con Sócrates toma café con el sabio griego desde hace algo más de un año. Les hablo de Steve Jobs, el hombre que imaginó y puso en marcha la mayor maquinaria tecnológica que ha pisado la tierra: Apple. Claro que habrá que poner en cuarentena ese deseo: Jobs quiso hacer "una muesca en el universo" y se convirtió en el dios de varias generaciones. Sócrates fue condenado a muerte en el 399 a. C. por despreciar a los dioses y cuenta Platón que sus últimas palabras, tras ingerir la letal cicuta, fueron un canto a la ironía. "Acuérdate de comprar un gallo para Asclepio", dicen que le pidió a su adinerado amigo Critón. Asclepio era el dios griego de la medicina y la curación.
Hoy se anuncia el deseo de que su legado, Apple, busca un lugar donde asentarse en Bilbao. En verdad Bilbao se ha convertido en eso que los economistas llaman un polo de atracción. Claro que hacerle caso a los economistas, con la clarividencia que han tenido para verla venir (a la crisis, digo...), tampoco parece un acierto.
Lo que sí es una verdad como un templo es que Steve, amigo de Sócrates, acabó creando una religión laica: la macquinación. Millones de personas sobre la faz de la tierra siguen las huellas y los milagros de este profeta de la tecnología y el ocio y el entretenimiento digital. La tierra se ha poblado de sus apóstoles, que profesan su fe en el amarás al iPhone por encima de todas las cosas y al iPad y al Mac como a ti mismo. Si esa legión visita la villa para regodearse en el apple store que se avecina, bienvenida sea esa tienda y cien más.