Desmesura
Nuevas turbulencias se incorporan al escenario socio-económico español hipotecado en los medios de comunicación por esa reunión que mantienen desde hace tres días el Gobierno de Zapatero y los dos sindicatos españoles mayoritarios (CC. OO. y UGT) para llegar a un acuerdo sobre la reforma de pensiones que evite una nueva huelga general. A la hora de escribir estas líneas el acuerdo parece muy lejano en el principal obstáculo, cual es la edad de jubilación, pero no hay que descartar nada, máxime después de que el Ministerio de Política Territorial y Administración Pública haya concedido casi 27 millones de euros a los sindicatos en concepto de financiación para promover planes de formación.
Simple coincidencia o no, lo cierto es que los sindicatos beneficiados serán aquellos con "capacidad organizativa y técnica", es decir las mismas organizaciones que negocian el citado acuerdo sobre las pensiones que, por otro lado, no están obligados a presentar "justificación documental" de los gastos corrientes de esos cursos de formación (agua, gas, electricidad, mensajería, teléfono, material de oficina, vigilancia o limpieza, etc.), al tiempo que permite la opacidad de un 6 por ciento del total de gastos generados. Todo un ejemplo de transparencia en medio de una serie de planes y reformas que hablan de la necesaria austeridad en el gasto para salir de la crisis.
Ahora bien, mientras esperamos la "fumata blanca", encontramos, como decía al inicio de esta columna, nuevas turbulencias que amenazan la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. Turbulencias en forma de un sensible aumento en el precio de materias primas relacionadas con sectores como la alimentación y la energía. Los expertos señalan a las economías emergentes (China, India o Brasil) como el origen de esta carestía, pero en el fondo, lo que subyace es la desmesura especulativa en los mercados del petróleo, el cobre, el maíz o el trigo, por poner unos ejemplos, que se han convertido en un activo financiero de primer orden y sustituyen al tradicional mercado bursátil en tanto éste no reaccione con importantes revalorizaciones.
Pero, no nos engañemos, bien sea el mercado bursátil o el de materias primas, la gestión de los mismos está marcada por la misma estrategia que provocó la crisis financiera de hace tres años. Se trata de la desmesura, una condición humana que los griegos pre-socráticos llamaban "hibrys" y conceptuaban como un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado.
Para los griegos, la desmesura designa el hecho de desear más que la justa medida que el destino nos asigna y Herodoto, el primer historiador, expresa claramente las consecuencias de la desmesura al señalar que "puedes observar cómo la divinidad fulmina con sus rayos a los seres que sobresalen demasiado, sin permitir que se jacten de su condición; en cambio, los pequeños no despiertan sus iras. Puedes observar también cómo siempre lanza sus dardos desde el cielo contra los mayores edificios y los árboles más altos, pues la divinidad tiende a abatir todo lo que descuella en demasía".
Pero desgraciadamente, aquellos dioses griegos se han convertido en multinacionales que buscan atesorar toda la riqueza posible en detrimento del resto de los mortales. Por ello, es previsible que, en este recién iniciado 2011, no sólo sigan latentes los problemas económicos, financieros y laborales de los últimos meses, sino que se acentúen con una inflación en artículos de primera necesidad, como son los alimentos, o imprescindibles, caso de la electricidad, el gas natural y las gasolinas.
La incógnita reside en sabe si los Gobiernos, embarcados en una cruzada de austeridad del gasto público que deteriora el estado de bienestar social, tienen alguna estrategia para evitar la escalada de precios que se aproxima por el horizonte.