pARA la economía vasca, la salida de la crisis y su futuro pasan por mantener y aumentar los niveles de productividad y competitividad alcanzados en los últimos años. Para ello, las empresas deben tener cierta capacidad para endeudarse e invertir en nuevas tecnologías, que obliga, a su vez, a una adaptación de los trabajadores. Se requiere, por tanto, un conocimiento tecnológico y una formación profesional continua. Un proceso que no sólo beneficia a las empresas y al crecimiento económico, sino a los propios trabajadores que pueden mejorar su cualificación profesional.

Pero nada de esto parece pasar por las cabezas pensantes del Gabinete López que acaba de anunciar la supresión de la convocatoria para 2011 de la concesión de ayudas a las empresas para la formación continua de sus trabajadores. Es un peligroso paso atrás, porque es notorio e incuestionable, como se viene insistiendo desde cualquier foro internacional, que el futuro económico, más o menos halagüeño, pasa por la sociedad del conocimiento, cuyo doble pivote, tecnología y formación, requiere de inversiones tanto desde el sector privado como público. Se trata de invertir hoy para asegurar el mañana. Un principio que parece desconocer el actual inquilino de Ajuria Enea.

En los tiempos actuales, la recesión económica, tras destruir miles de empleos, obliga a grandes esfuerzos y decisiones valientes que permitan, en un futuro próximo un crecimiento económico que permita la creación de empleo y reducir el número de parados. En este sentido, la formación resulta ser imprescindible y no, precisamente, porque, como dijo Zapatero en Oslo (13.09) "los parados que reciban formación no son desempleados", sino para hacerlos fuertes en un mercado mucho más exigente y competitivo.

La supresión de estas ayudas a la formación continua significa un paso atrás preocupante porque resta capacidad profesional a la sociedad vasca y se hace incomprensible en la medida que no estamos hablando de una importante partida presupuestaria con cargo al Gobierno Vasco, ya que apenas ha superado los 6 millones de euros en el actual ejercicio. Una nimiedad si se la compara con las ayudas públicas que están recibiendo el sector financiero causante de la recesión.

Semejante "racanería" presupuestaria, sólo se puede entender desde la escasa sensibilidad que parece tener Ajuria Enea hacia los más perjudicados que son los trabajadores. El argumento de austeridad presupuestaria no se sostiene porque, al tiempo que se suprimen proyectos y gastos aprobados en anteriores legislaturas, se aprueban emisiones de deuda pública para gastos corrientes o se anuncian nuevos proyectos cuyo objetivo es claramente electoral.

Lo decíamos hace unos meses, hay personas que saben lo que hacen y lo hacen bien, mientras que otras que hacen lo que saben, pero como no saben?