Hace cinco meses Joseba Egibar afirmaba que "España es un lastre en lo económico que no tiene remedio" al tiempo que apostaba por dejar de exportar la producción vasca al resto del Estado y buscar "fuera mercados más difíciles, que están más lejos". Semejantes declaraciones levantaron toda una batería de descalificaciones hacia el líder nacionalista entre los políticos y comentaristas afines al entente cordiale PSE-PP donde el estupor ante tamaña ofensa pasó al primer plano mediático, sin pretender, ni tan siquiera mínimamente un análisis objetivo de la situación real de la economía española marcada esta semana por una huelga general, la rebaja en la calificación de la deuda española y la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2011.
Pero la realidad pone a cada uno en su sitio. Así, la huelga general, convocada para una fecha posterior a la aprobación de la reforma laboral, ha dejado en evidencia a los sindicatos convocantes, que buscaban lavar su imagen tras varios años como correa de transmisión del Gobierno de Zapatero, mientras que éste tampoco ha salido bien parado, máxime tras conocerse que los presupuestos 2011 no generarán empleo y reducen las partidas en Educación e I+D+i, fundamentales para aumentar la competitividad y productividad de las empresas.
Por si no fuera suficiente, la calificación de la deuda española, cuya financiación se llevará 8,7 euros por cada 100 presupuestados, se ha visto rebajada por la última agencia Moody"s argumentando "la debilidad de las perspectivas de crecimiento económico", así como el abultado déficit y el gran endeudamiento español y su vulnerabilidad a "futuros episodios de volatilidad en los mercados".
Dicho en otras palabras, el panorama del mercado español es extraordinariamente débil y sin posibilidades en el corto plazo para dinamizar el consumo interno, que es el destino de ese tercio de la producción vasca a la que hacía referencia Joseba Egibar en el pasado mes de mayo. Pero, no nos equivoquemos, la producción vasca no será la única que puede resentirse de la debilidad española. También lo harán el resto de comunidades autónomas.
En este sentido… ¿puede alguien decirme qué hará un agricultor o un fabricante de tornillos u otro de componentes electrónicos si puede vender toda su producción en cualquier otro país del mundo?
Lo manifestado por el burukide jeltzale hace cinco meses no es sino la defensa de la propia economía vasca porque, si se debilita el mercado habitual de un tercio de su producción, la lógica empresarial y económica obliga a buscar nuevos mercados.
La necesidad hace virtud. La terquedad conduce a la torpeza.