EL Iberdrola tiene un problema. Mejor dicho, su presidente, José Ignacio Sánchez Galán, tiene un nuevo problema en la pugna que mantiene con Florentino Pérez, presidente de ACS y socio mayoritario de la eléctrica vasca. Se trata de un problema derivado de la letra no escrita en el acuerdo de fusión fría entre Caja Madrid y Bancaja, que desembocará en la primera caja española, al tiempo que puede echar sal y vinagre en la herida abierta entre quien preside la eléctrica y quien aspira a controlarla.
No hablamos, por tanto, de un escenario exclusivamente financiero o empresarial, sino de una batalla por el poder, cuyas consecuencias pueden adquirir una nueva dimensión, semanas después de que el Congreso de los Diputados aprobara la enmienda a la Ley de Sociedades Anónimas por la que se elimina las restricciones estatutarias al ejercicio de los derechos de votos de los accionistas. Esta nueva dimensión viene acotada por los intereses que tienen los dos protagonistas directos de la fusión, estos es, Caja Madrid, valedora de las operaciones de Florentino Pérez, y Bancaja, accionista de Iberdrola y miembro de su Consejo de Administración, así como componente del núcleo duro que apoya a Sánchez Galán.
Recordemos que el presidente de ACS quiere tener sus representantes en Iberdrola y esgrime un paquete de acciones por valor superior al 12 por ciento del capital, mientras que Bancaja, con una participación del 5,7 por ciento, ha sido un leal compañero de las tesis de Sánchez Galán. Pero la caja levantina ya no camina sola. Ahora lo hará de la mano de la nueva entidad resultante de la fusión que tiene que resolver el problema creado por unas inversiones en Iberdrola que, además de considerables minusvalías latentes, generan un nuevo obstáculo al enfrentar la gestión de quienes apoyan a los dos rivales irreconciliables.
Resumiendo, todo parece indicar que se está cerrando la pinza política sobre Iberdrola y el nuevo escenario creado por las dos cajas fusionadas y controladas por el PP deja abiertas todas las incertidumbres posibles sobre el futuro de la eléctrica vasca. Conocida y contrastada la obsesión de Florentino Pérez por Iberdrola, la eléctrica vasca puede perder un buen aliado que se pasaría al otro banco creando un paquete accionarial cercano al 20 por ciento en clara oposición a Sánchez Galán y con el horizonte despejado por la enmienda a la Ley de Sociedades Anónimas.
Las próximas semanas prometen ser muy interesantes, pese al mundial de fútbol, la reforma laboral y las vacaciones. Esperemos que se imponga un mínimo de sensatez entre el resto de accionistas de Iberdrola para evitar que se haga realidad esa pinza.