Antes de comenzar el gran duelo europeo en el Santiago Bernabéu, por los cenáculos próximos a esta redacción la pregunta era: ¿Quién prefieres que gane, el Inter o el Bayern?, y las respuestas solían estar en consonancia con el considerable grado de antipatía que despertaban sus respectivos entrenadores. El histriónico portugués Jose Mourinho y el hierático holandés Louis van Gaal, dos personajes que capitalizaron en buena medida la final de la Liga de Campeones.

Es decir, en el fútbol, cuando nos es ajena la rivalidad, o se cae en la indiferencia o se pondera las sensaciones que provoca un tipo definido para tomar partido.

Y aquí viene la intrigante cuestión. ¿Florentino, en su desesperación extrema, va a fichar al ínclito técnico luso por ser un garante de títulos? ¿Acaso le importa un pimiento que el Real Madrid gane, pero aburra? ¿Se le ha quedado en la retina la imagen de arrogante, bailando de felicidad sobre el césped del Camp Nou cuando el Inter eliminó al Barça y eso le causa morbo? Dicho de otra forma, ¿Mourinho hizo el ganso en el coliseo azulgrana para provocar a la hinchada culé, rindiendo así honores y pleitesía a su nuevo patrón, don Florentino Pérez?

Lo único cierto es que en la variopinta fauna de nuestro fútbol está a punto de ingresar un nuevo fenómeno mediático. Un saltimbanqui bufón dispuesto a garantizar espectáculo y controversia. Se le sabe ambicioso y grandilocuente, luego está en consonancia con el megalómano presidente blanco que, según se aventura, pretende contratarle para cuatro temporadas, en una operación evaluada en 40 millones de euros, según aventuran medios generalmente bien informados en asuntos madridistas.

El Barça, por el mismo precio, acaba de fichar a un tal David Villa, reputadísimo goleador del Valencia.

Se intuye además que Mourinho trae consigo un antiguo resquemor, macerado cuando pululaba a comienzos del milenio por el Camp Nou de pulcro chico de los recados para Bobby Robson y Van Gaal, por aquel entonces técnicos del Barça. Tras la final del Santiago Bernabéu, Mourinho se acercó a Van Gaal y le atizó un par de cachetes al estilo cura preconciliar, como diciéndole: ¿dudas ahora quién es el mejor?

Y a todo esto, ¿qué dice el engolado Jorge Valdano, a la sazón director deportivo del Real Madrid, responsable del área, que defendía la continuidad de Pellegrini a capa y espada, antimourinhista declarado, y finalmente desairado y desautorizado por Florentino Pérez?

¡Ah!, ¿no ha dimitido aún?

Pero algo más tiene el entrenador luso, porque también ha sido capaz por ejemplo degradar al indomable Samuel Eto"o y convertirlo en defensa lateral sin rechistar, hurtándole su alimento principal, el gol. Se marchó Mou del Oporto cubierto de gloria, y otro tanto le ha pasado en el Chelsea y el Inter, sus destinos posteriores, dejando a su alrededor una larga lista de enemigos y agravios.

Mourinho, todavía, no ha alcanzado la alcurnia de otro popular entrenador, el mismísimo Maradona, ese Dios de pega que sólo los argentinos son capaces de comprender. "¡Qué boludo que sos! ¿Cómo vas a poner el pie abajo de la rueda, viejo?", gritó Diego Armando tras atropellar a un cámara del canal 13 de Buenos Aires, poco antes de dar el pasado jueves la lista de seleccionados para el Mundial de Sudáfrica. Recordando lo que hizo Mourinho con Eto"o, ¿será capaz de alinear juntos a Messi, Higuaín, Tévez, Diego Milito, Kun Aguero y Martín Palermo?

También el evanescente Fran Yeste ha entrado en esta sucinta galería de antipáticos, aunque sólo sea por decir, en una críptica nota, que el Athletic no le ha dejado despedirse de su afición. Si convoca una rueda de prensa, sea en una discoteca, como hizo en su día Bixente Lizarazu, o al aire libre, sus palabras llegan hasta el Himalaya. De Yeste sólo tenemos noticia posando en un yate con el culo al aire, o entrando por una ventana como un vulgar ladrón. Hecho todo un personaje del famoseo barato opositando al ¡Sálvame!