La tragedia griega
La semana no ha dejado títere financiero con cabeza. Los problemas de Grecia, las dudas de los expertos o los nervios de políticos, inversores y banqueros, han formado un cóctel explosivo que ha dejado exhausta a la sociedad, en mínimos a los mercados de renta variable y sin margen de maniobra a la credibilidad de quienes están llamados a solucionar las consecuencias de la mayor recesión económica conocida desde 1929 y que dura ya más de dos años. Cabe, por tanto, preguntarse por qué cada día que pasa aumentan los problemas…, quizás sea porque las medidas publicitadas, como el rescate griego, carecen de credibilidad.
Por ello, mientras se sigue destruyendo empleo, dediquemos unas líneas a la versión moderna de la tragedia griega para comprobar hasta qué punto la propaganda política podría estar usurpando la realidad social de un rescate que cuesta 110.000 millones de euros que aportarán los países de la zona euro. Dicen que está en peligro la supervivencia del país heleno y de la moneda única. Agregan (Zapatero dixit) que las ayudas no costarán un céntimo a los ciudadanos que ganarán con los intereses. Entonces, ¿por qué se derrumban las bolsas? o ¿por qué los bonos griegos están por debajo del 70 por ciento de su valor facial? o ¿por qué sube la prima de riesgo de otros países como España?
La realidad social, que es tozuda aunque se maquille, nos dice que el anunciado rescate va a refinanciar los excesos de un país (Grecia) que se ha endeudado para mantener un nivel de vida por encima de sus posibilidades y no puede devolver sus deudas. Algo similar a la tragedia de miles de personas (con muchos menos ceros) que compraron una vivienda hace unos años. Para unos y para otros, ahora llegan los lamentos con la diferencia de que los segundos pierden su casa y los primeros reciben más ayuda porque prometen cambios, aunque sean difíciles de realizar.
En este escenario, podría ser que los mercados manejen como única alternativa viable en el medio plazo la imposibilidad de los griegos para pagar íntegramente su deuda. También podría ser que ese rescate sólo sirva para trasladar la deuda griega desde los bancos acreedores a las cuentas públicas de la eurozona.
Si ambos podría ser se hacen realidad, Grecia, tras liberar a los bancos de una deuda que no iban a cobrar, procederá a una suspensión de pagos controlada y, como la solución financiera pasa por decisiones políticas, será con cargo a la ciudadanía europea.
Un riesgo que, lamentablemente, se extiende en otros países de la eurozona y una pregunta: ¿por qué siempre pagan los platos rotos quienes no los han roto?