ALGO está sucediendo ahí fuera que parece una broma de mal gusto. El tiempo, juez inexorable, nos devuelve síntomas preocupantes, como el temor a que la tragedia griega se extienda a otros países de la eurozona comienza a tomar cuerpo, al tiempo que se cuestiona la honestidad de los banqueros. Así las cosas, hago mía una frase del inventor Charles Franklin Kettering cuando dijo "me interesa el futuro porque en él voy a pasar el resto de mi vida".

Y el horizonte del futuro ofrece un panorama más negro y peligroso que la nube de cenizas volcánicas que ha paralizado Europa. Por simplificar, digamos que la desconfianza se ha instalado en el seno de organismos contradiciendo las visiones positivas de los políticos. No es un problema de mayor o menor intencionalidad artificial para desprestigiar esta o aquella economía. La realidad viene a decir que el fraude contable y el maquillaje presupuestario siguen instalados en quienes tratan de ocultar su incompetencia o su avaricia.

Es el caso de la Comisión Europea, que pide a los países miembros del eurogrupo que cedan parte de su soberanía para poner sobre la mesa europea sus presupuestos antes de ser aprobados con el fin de evitar nuevas crisis como la griega. Y, mientras el FMI tiene previsto incrementar sus reservas de 50.000 a 550.000 millones de dólares, para hacer frente a nuevas crisis, los ministros de Economía de la UE debaten en un consejo informal la creación de un fondo constituido por aportaciones de los propios bancos para intervenir ante futuras crisis. El objetivo es que no sean los Tesoros públicos y, por tanto, los contribuyentes, los que tengan que hacer frente a los desastres generados por la mala gestión y falta de previsión de las entidades.

Por su parte, la Comisión de Valores (SEC) de EE.UU. acusa al banco Goldman Sachs, casi dos años después de la quiebra de Lehman Brothers, de fraude en la estructuración y venta de productos financieros que incluían hipotecas de baja calidad (subprime) sin señalarlo en la información correspondiente, lo que se entiende como una estafa a los inversores "al lanzar información incorrecta y omitir factores claves acerca de los productos financieros agregados a hipotecas basura, en cuanto el mercado inmobiliario comenzó a dar síntomas de debilidad", señala textualmente el documento de la SEC.

No sé lo que pensarán ustedes, pero el futuro de la economía europea en general y del sector financiero en particular no están para bromas. Si este último es la arteria principal de la primera, se proyecta como urgente y necesario un escenario transparente y regularizado. El problema es que hay demasiados zorros en el gallinero y todos quieren acaparar las prebendas económicas o electorales.