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Pleonexía

grecia está en boca de todos por los temores que genera en plena crisis económica. Por ello, permítanme un viaje al pasado de casi 3.000 años para recuperar alguno de los conceptos que hicieron posible el nacimiento de la democracia. Aquellos griegos llegaron a definir como pleonexía al apetito insaciable por los bienes materiales de tal suerte que la riqueza no tiene otro objeto que a sí misma hasta convertirse en una necesidad insaciable e ilimitada que nada podrá satisfacer jamás. Platón llegó a considerarla como una enfermedad moral.

Pues bien, la semana pasada nos deja otro ejemplo de la pleonexía. Apenas llegado el rumor de un inminente rescate de la UE (ergo dinero público por medio) para evitar que la crisis financiera griega se convierta en tragedia para Europa, los mercados de renta variable, y muy especialmente el que tiene su sede en Atenas, registraron importantes revalorizaciones. Prueba evidente de que poco o nada ha cambiado desde la quiebra de Lehman Brothers. En efecto, los especuladores mantienen intacta su pleonexía, mientras que quienes, haciendo publicidad de sus meriendas y cenas (G-20), prometieron frenar ese insaciable apetito mediante la regulación de los mercados financieros se mantienen en silencio ante el cada vez mayor abismo que separa a los poderosos de los necesitados.

Sí han hablado, y mucho, a lo largo de los últimos dos años, de las cuantiosas ayudas públicas puestas al servicio del sistema financiero o de sectores considerados estratégicos. También se ha reducido el precio del dinero (tipos de interés) para "calentar" la economía. Pero todo ha sido en vano. El miedo sigue instalado en la sociedad, que ha reducido el consumo para aumentar sus escasos ahorros, mientras el paro sigue aumentando. Y cuando se ha roto ese silencio cruel y preocupante de los responsables políticos ha sido para decir que la situación mejora porque disminuye la destrucción de empleo. Es como si un médico dijera que un enfermo mejora porque su gravedad aumenta más despacio.

Los europeos, que nos consideramos como el paradigma de la civilización mundial, vivimos adormecidos. Vivimos en una sociedad que no sólo hemos perdido nuestro dinero, sino que aceptamos ser simples usuarios de la paz social en detrimento de la ciudadanía del bienestar al que contribuyeron nuestros padres con tantos sudores y sacrificios. Los griegos de la antigüedad acuñaron la frase "nada en demasía" para establecer un equilibrio entre la avaricia de los ricos y la necesidad vital de la multitud de desposeídos. Solón y otros sabios transformaron Grecia y evitaron con ello una mayor tragedia. Pero hoy, casi 3.000 años después, no hay ningún Solón y nos conformamos con analgésicos mediáticos, mientras el enfermo empeora.