LA economía europea respira aliviada después de que Berlín y Paris se comprometieran a ser los motores en el rescate de Grecia, "si fuera necesario". Por tanto, parece que el euro ha salvado el primer match point en su corta historia de diez años. Ahora bien, ¿estamos ante una terapia sólida que curará al enfermo…? o, por el contrario, ¿es como recetar un analgésico para quitar el dolor de cabeza de quien sufre una pulmonía…? Ser o no ser un buen médico…, esta es la cuestión.
El compromiso acordado esta semana no se puede definir como económico o financiero porque no se cuantifica el volumen de las posibles ayudas. Se ha tratado de escenificar ante la opinión pública mundial un principio de voluntad política por el que la UE se compromete a dar "respiración asistida a Grecia…, si la necesita". Pero, la adopción de medidas duras e impopulares en materias económica y laboral corresponde al país heleno que, dicho sea de paso, pudo cometer el error de un "fraude contable" para maquillar sus cuentas públicas y cumplir, en apariencia, los criterios de convergencia para ingresar en la zona euro.
Por esta razón (entre otras muchas) no es justo calificar de intransigente la postura Merkel. No es un tema superfluo. El hecho de que pueda existir un fraude en las cuentas públicas significa, no sólo intención de engañar, sino carencia de resortes o herramientas para que las autoridades europeas puedan regularizar un proceso tan complejo como es la entrada de un país en la zona euro. Se ha puesto de manifiesto la precariedad con la que se está construyendo Europa y la ausencia de una voluntad por parte de los países miembros para alcanzar una auténtica unión europea que armonice, no sólo aspectos de un mercado sometido a las reglas del capitalismo neoliberal, sino otros como la fiscalidad o el tejido laboral.
El problema del euro o de Grecia no está en la actual recesión económica. Europa carece de medidas comunes para hacer frente a la crisis financiera de uno de sus miembros. Los sucesores de los Padres de Europa (Schuman, Monnet, Spaak, De Gasperi, etc.) que pusieron las primeras piedras han tenido 60 años (desde el 9 de mayo de 1950) para diseñar una legislación que avance también en los terrenos político, social, laboral o fiscal. No han podido o no han querido hacerlo y tampoco han reflexionado sobre el futuro del europeísmo. To be or not to be? That is the questión.
Y siguiendo con Hamlet …, nos preguntamos, del mismo modo que lo hizo él, qué es más noble en la mente, sufrir las hondas y flechas de la fortuna (The slings and arrows of outrageous fortune) o (Or to take arms against a sea of troubles) tomar las armas contra un mar de problemas.