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El trío del ladrillazo

Puede parecer sorprendente, pero la realidad deja a Zapatero, Aznar y Florentino Pérez como miembros de una curiosa alianza para que esta semana dejen su sello como "hacedores del ladrillazo eléctrico". Los tres son las cabezas visibles de un heterogéneo grupo de personas que han unido sus esfuerzos para que se haga realidad "la enmienda Florentino". Es decir, la supresión del blindaje societario que limita al 10% el valor máximo del voto de los accionistas y que afectará a las dos grandes empresas energéticas: Repsol e Iberdrola, que tienen como principales accionistas a dos constructoras, Sacyr y ACS, endeudadas hasta las cejas.

Cada uno hace lo que sabe, que no debe confundirse con "saber lo que hacen", al menos en el caso del presidente del Gobierno, quien presionado por tres "amigos íntimos de León" (Antonio García Ferreras, director de Mediapro, Angélica Rubio, ex asesora personal de Zapatero, y José Antonio Alonso, portavoz del PSOE en el Congreso), incumple, sin recato alguno, la palabra dada y accede a que el Congreso debata el citado blindaje 48 horas antes de la Junta de Accionistas de Iberdrola donde, previsiblemente, Florentino presentará batalla para acceder al Consejo de Administración haciendo valer su participación en la eléctrica.

Pero Zapatero no ha estado solo. Ha contado con Aznar como "ayudante". El ex presidente, amigo de Florentino, al igual que el citado García Ferreras, ha ejercido una presión brutal sobre los protagonistas de la batalla, bien sea sobre el PP para que apruebe la enmienda, bien sea sobre los presidentes de las Cajas de Ahorro controladas por el PP y miembros del Consejo de Iberdrola para que dimitan de sus puestos y faciliten la entrada de ACS. Todo un ejercicio de lobbysmo realizado por encargo de Florentino, cuyos objetivos parecen claros, pero no así sus intereses.

En círculos financieros y empresariales se asegura que Florentino "no es de fiar". Su palabra vale tan tanto como cuando afirmó que llegaba a Unión Fenosa "para toda la vida" y vendió su participación meses después consiguiendo interesantes plusvalías con la que prometió ejercer su derecho de compra en los derivados que tiene de Iberdrola (5,2%) para terminar empleándolos en reducir la deuda de la constructora ACS. Dotado de una "voracidad especulativa enorme", fracasó en su intento de controlar Iberdrola de la mano de dos empresas públicas francesas (EDF y Suez-GDF) pero ahora se teme que a la eléctrica vasca le ocurra algo similar a Endesa.

Todo un personaje que puede ver realizados sus sueños especulativos de la mano de Aznar y de un presidente que no cumple su palabra parlamentaria.