Esta última semana se ha puesto firma y rúbrica a dos años de incoherencias y mentiras por parte del Gobierno Zapatero, cuya política económica se ha diseñado a golpe de titular de periódico. Dos años negando la crisis o minimizando sus lamentables consecuencias que han desembocado en un objetivo por parte de los inversores extranjeros: "vender España". Horas después de que el presidente señalara ante Obama (Deuteronomio dixit) que cada trabajador debía recibir su jornal, la vicepresidenta primera afirmaba, con su habitual oratoria dogmática que "estoy convencida que la bolsa subirá". Por tanto, se acabó el descrédito injustificado de la economía española avalado por las opiniones de Roubini, Krugman y Almunia.
"Subirá la bolsa". O, lo que es igual, para Fernández de la Vega terminaron las angustias de más de cuatro millones de parados -entre ellos millón y medio no reciben subsidio alguno-, que tienen graves dificultades para cubrir sus necesidades básicas. "Subirá la bolsa" para disipar la importancia del creciente déficit público (más del 11%) y de la deuda pública (cerca del 60%) que, por cierto, provoca un fuerte incremento de la prima de riesgo ante el temor de que España no pueda hacer frente al pago de su deuda.
"Subirá la bolsa" y, por tanto, no hay motivo de preocupación ante la inmensa deuda (325.000 millones de euros e intereses anuales de 15.000 millones) contraída por la construcción frente a la banca. Tampoco debe inquietar la pérdida de competitividad y productividad de la industria española. Después de todo, Zapatero, al leer el Deuteronomio, no necesita fomentar la tecnología, la formación profesional o el reciclaje laboral, porque recibió la inspiración divina para proponer la reforma laboral que (¡oh, milagro!) parece contentar a quienes tienen que negociarla. Es decir, los sindicatos españoles mayoritarios, sospechosamente pasivos en los últimos meses, y una patronal presidida por quien, durante esos meses, ha negado el jornal a sus trabajadores.
¿Estamos tan mal como señalan The Economist o Financial Times? ¿Hay (como dicen algunos) una mano negra para desprestigiar a España? La respuesta está en siete trimestres de recesión y en las cifras antes señaladas. Por tanto, estamos muy mal y, sin ser en origen responsabilidad plena de la central de La Moncloa, corresponde a ésta y a sus sucursales autonómicas (entre las que se encuentra Ajuria Enea), corresponde a todas ellas plantear ideas con las que trabajar con humildad y no las promesas formadas por palabras huecas y pronunciadas con la temeridad del ignorante soberbio. Será la forma de evitar que se venda España.