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Claros en el asfalto

Hay cuestiones, que, al contrario que la fiebre, comienzan calientes y terminan heladas. Valga como ejemplo lo ocurrido en Durango, donde ahora se anuncia el apagado de las luces de neón que alumbraban al paso de Zaha Hadid, una de las grandes estrellas de la arquitectura. La nueva cartografía de Bizkaia sufre estos días extrañas modificaciones y donde antaño se anunciaba la creación de la nueva sede de EuskoTren aparece ahora un claro en el asfalto.

Ya lo dice la voz de la calle: ni ausente sin culpa ni presente sin disculpa. Al parecer hay telarañas en la caja de caudales del Gobierno vasco. Y mientras los nuevos inquilinos cuelgan el sambenito de faraónicos a los antiguos moradores, usan la crisis como la perfecta coartada. Frío e insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio, dijo Platón, sin saber que esa frase agrandaría su fortuna con el paso de los años...

¿Frío? ¿He dicho frío...? Es la palabra de moda. Desciende de la vieja Europa, cubierta con pieles, una gélida lengua glacial. Los termómetros echan chsipas y el mercurio no frena su descenso. ¿Llegaremos en el botxo a esos -40º que se han registrado en Polonia...? No lo creo, aunque la climatología enloquece al mismo ritmo que el progreso de la civilización.

Esta ecuación recuerda a la historia de un hombre que, con placidez, pescaba bajo la sombra de un árbol a la orilla del río. Su cesta era abundante y un empresario se le acercó. "Usted tiene que organizarse para vender esta produccción", le dijo. "¿Para qué quiero venderla?", preguntó el tipo. El empresario, un lince, le comentó que, con los beneficios, podría comprar varias barcas, alquilarlas, y pescar más. De nuevo sonó el "¿para qué más?" y el ejecutivo, sagaz, volvió a la carga. "Para levantar un negocio de venta de pescado al por mayor y construir una gran fábrica que le haga ganar mucho dinero", respondió el hombre, enojado por tratar con alguien tan simple. "¿Dinero para qué?". El tipo se salía de sus casillas. "Para tener tiempo libre y hacer lo que le plazca", gritó. El hombre alzó la vista, miró con resginación, como si tuviese que explicar algo sencillo a un niño chico, y le preguntó: "¿Por ejemplo, para pescar bajo la sombra de un árbol a la orilla del río...?".