A la vista de las diversas falsificaciones de títulos académicos y universitarios por parte de los políticos, me permito comentar que en cualquier trabajo, oficio privado o público se nos exige a los ciudadanos de a pie titulaciones, bien oposiciones, conocimientos varios e incluso períodos de prueba, pero para ser presidente de gobierno, ministro, diputado o senador o cargos equivalentes en las comunidades autonómicas no se precisa necesariamente o se pide nada de esto e incluso, como vemos, algunos llegan a falsear tales documentos que dicen tener, lo que también podemos calificar de corrupción, algo que parece endémico. 

¡Qué curioso! Claro que con descaro, labia y mucho ego se consiguen esos puestos reforzados por y con los amigos de confianza e ideales políticos. Todos son válidos, ya vendrán los asesores. 

Viva la igualdad, el descaro y desfachatez de esta gente que nos gobierna y dice defender a la ciudadanía.