Crecí rodeada de hermanos y siempre supe que era un privilegio. No solo por la compañía, sino por las lecciones que, sin pedirlo, se nos dan en cada momento. Los hermanos tienen un papel fundamental en nuestras vidas. Son los compañeros de aventuras, pero también los primeros en enseñarnos a afrontar dificultades, a entender el valor de la paciencia y, sobre todo, a aprender de los errores.
Hay algo especial en tener hermanos mayores o más experimentados. Ellos no solo nos guían, sino que nos enseñan con su ejemplo. Nos muestran que la vida no siempre es fácil, pero que, con esfuerzo y perseverancia, siempre se puede seguir adelante.
Quizá no siempre lo agradecemos en su momento, pero la sabiduría que nos brindan, muchas veces sin darse cuenta, es un regalo invaluable.