No hay duda que el cambio experimentado por el monte Artxanda desde hace meses o incluso diría años, es obvio. Su mirador con jardines y vistas panorámicas que atrae a lugareños y turistas de todas partes, el paseo espectacular desde el alto de Santo Domingo hasta Berriz, las zonas recreativas para niños, accesos desde diversos barrios bilbainos para andarines o deportistas sin olvidar las limpiezas forestales tan necesarias donde incluso en algunas y con la debida precaución se pueden dar hasta barbacoas.

Ahora bien, se echa de menos y el otro día me lo comentaba un inglés con su mujer la falta de servicios hosteleros. Desaparecidos Antón, Miramar, La Parrilla, San Roque, Isidro… Solamente resta el Txakoli junto al polideportivo y el Ballano un poco más abajo. Simón también trabaja pero se sitúa a cierta distancia para personas que acceden en funicular o Bilbobus. Menús del día y cartas según la disponibilidad económica de cada uno son los grandes ansiados.

Me gustaría lanzar un guiño a nuestro Ayuntamiento que lo hace muy bien, por el fomento de ayudas a quien tenga una idea laboral por la que trabajar para, en fin, atraer más gente que ahora mismo baja a Bilbao porque aquí arriba no encuentra servicio lamentándolo mucho. Bodas, cumpleaños, bautizos, comidas de empresa… como antaño han casi desaparecido porque no hay o hay muy poquito donde celebrarlas.

Sin duda, cada vez más gente en nuestro pulmón bilbaíno y ojalá cada vez sean más. Señores del Ayuntamiento y Diputación Foral apuesten de veras por Artxanda que esto no ha hecho más que comenzar.