Así se denominaba una infame ley (proveniente de la época republicana) y que fue de nuevo creada durante la dictadura franquista (año 1954) como ley de peligrosidad social, para represaliar la homosexualidad (aquí no se mencionaba a las lesbianas, pero desde luego, vivieron en la máxima represión durante aquella época). Aquella ley denigró y estigmatizó a todos aquellos y aquellas que pensaban y amaban diferente. Se crearon centros de rehabilitación; muchos de los mismos, verdaderos campos de concentración, por el riesgo que representaban para la buena moral de la sociedad. Todo esto sucedía durante una dictadura, donde los derechos sociales eran impensables, no solamente para los homosexuales y lesbianas, sino también para aquellos o aquellas, que no comulgaban con el régimen. Estamos ahora en el siglo XXI y año 2023, pero parece ser que los nostálgicos de aquella época quieren volver por aquellos sus fueros. Se constituyen estos días gobiernos municipales y pactos de gobiernos autonómicos, muchos de los cuales llevan el sello de aquellos nostálgicos de la ley que les describo, por supuesto convenientemente disfrazada de buenos deseos y, en algunos casos, con la connivencia de los que dicen respetar esos derechos tan trabajados y peleados a lo largo de todos estos años. Veremos, pues, dónde nos lleva todo esto, pero lo que está muy claro es que no podemos retroceder ni un paso atrás hacia aquel negro pasado. No lo olviden, no lo olvidemos.