La coherencia en el recorrido de una ideología social tendría que tener un justo reconocimiento y una recompensa con el apoyo de una ciudadanía no desmemoriada, que la viese como una rara y elogiable virtud. Sobre todo cuando los que no han sido tan congruentes y hasta hace poco lideraban destacadamente un ultranacionalismo, quieren absorber a una izquierda social e internacionalista que siempre ha estado ahí dando la cara, e incluso corriendo el riesgo de ser difamada y menospreciada por algunos de esos que ahora quieren quedarse con sus réditos políticos.