La uva nace en racimo, como las cerezas. Nadie sabe lo que la cepa sufre o goza cuando alumbra los pámpanos frágiles y tiernos. Sí se sabe de dónde toma las sustancias primitivas que le alimentan. Las succiona de rocas y piedras milenarias descompuestas en tierra; y también se nutre del hálito floral del viento. Va granando lentamente hasta madurar, después de besar el aire, la luz, la lluvia, el sol, las estrellas, la noche y el día. Es el resumen de las fuerzas del universo. Cortada y acunada en las manos de mujeres y hombres venidos de lejos, posan en los canastos hasta el lagar. Y allí nace el licor, que tras fermentar y reposar en roble, se huele y se toma; y es cuando la sangre se vuelve espuma y enferma de amor. El vino alegra el corazón del hombre.