Ahora que con el tema de Venezuela nos sentimos con derecho a la injerencia en la realidad política de otro país soberano, es necesario una vez más, denunciar la inmensa hipocresía con que se juzga al débil y se perdona al poderoso. Por que si el problema es la situación de la población civil, hay otros países tan necesitados o más que Venezuela y de los que nunca nos preocupamos por que no nos es rentable políticamente. Hasta el extremo de criminalizar el voluntariado en el mediterráneo, no vaya a ser que salven a unos inmigrantes que dejan al descubierto nuestras miserias éticas y políticas . Si el problema es la falta de democracia en Venezuela entonces la lista de países a intervenir se amplía enormemente. Lo que ocurre es que mientras sean ricos y ganemos dinero con ellos, incluso con la venta de armas a auténticas dictaduras familiares, que nuestros socios comerciales utilicen sistemáticamente la tortura, mantengan la esclavitud institucionalizada de las mujeres o el fascismo más descarado disfrazado de partido único, nos da absolutamente igual. En estos casos son “asuntos internos” en lo que no cabe injerencia alguna. Que asco.