Es a lo que estamos resignados cuando el cliente, en tropel, pide las consumiciones al que, trabajando a destajo, le pasa al otro lado de la barra petada de pintxos, las consumiciones solicitadas, con lo que la manga corta de su estirado brazo roza como poco todo lo expuesto. A local más exitoso, más género, más trabajo, más sudor y felipes... En fechas más señaladas, aupa Athletic, fines de semana, etc., el bullicio es indescriptible, no solo de clientes, virus, bacterias, billete y vaya usted a saber qué más, atraviesan el campo de juego con total impunidad, sin las más elementales normas higiénicas, a las que los responsables hacen caso omiso, mientras la administración que, con razón, se empeña en vacunarnos a todos, tiene su aliado natural en este caluroso encuentro, máxime en estos días otoñales en que la gripe acecha. Se prohibió la mahonesa casera, la tortilla de huevos frescos? y qué se yo, pero nadie le hinca el diente al pintxo-pote. Detractores inflexibles y tolerantes a ultranza son testigos de una guarrada que, por mucho que se mire hacia otro lado, es difícil de justificar solo porque es típica y da mucho ambiente. También se fumaba y por respeto se prohibió. Seamos serios, sobre todo la administración.
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