Leo con una mezcla de pena y repelús que, según una encuesta, el 17% de los conductores quitaría el carné a sus familiares de más de 65 años. Si hacen eso con su parentela, a los ajenos seguramente propondrían incinerarles sin dilación.
No cumplo el requisito, pero rompo una lanza en favor de los conductores ya maduritos. Muchos cientos de miles de kilómetros sin accidentes a las espaldas y testigo de muchas salvajadas, me confiero de cierta autoridad para mostrar mi modesto rechazo a estos dictadorzuelos motorizados.
O sea, con más de 75 años se puede presidir un banco, con 70 ser presidente de los USA o juez o científico de relumbrón o con 80 ligarse a la Preysler. Y sin embargo estos jóvenes de la encuesta de marras no les dejarían conducir un utilitario. Además da la casualidad de que los mayores de 65 años no son los que conducen drogados después de una noche discotequera, son muy poquitos los que lo hacen borrachos y no he visto ningún viejillo enviando una WhatsApp mientras conduce.
Ser viejo es una etapa de la vida, ser muy joven y muy tonto es una desgracia.
Menos mal que Tesla ya hace coches que andan solos. El ordenador de ese coche es mucho más potente que el cerebro de algunos.