Uno de los más graves errores que comete la humanidad es pretender enseñarle a Dios cómo se deben hacer las cosas. Si Él ha creado las razas y las etnias nosotros las mezclamos y aplaudimos el mestizaje; las hacemos desaparecer, con las consiguientes consecuencias que todos conocemos. (La más suave de todas es la pérdida de identidad de los pueblos más débiles o minoritarios, para alegría y regocijo de ciertos partidos, estados o sectores de la población).
Hay muchos que se niegan a hacer un examen de conciencia de lo ocurrido con el idioma y con la identidad moral y religiosa del País Vasco. Dicen que eso es "crispar", "desunir", "promover el racismo y la homofobia". Así pues prefieren dejar las cosas como están y no hablar de esto. El mensaje es claro: mirar con nostalgia hacia el pasado "crea división y puede romper la convivencia". Lo bueno, lo pacífico... es la realidad actual, que olvida las "peligrosas" identidades y fomenta la convivencia y la fraternidad. O sea, que pensar, recordar, añorar o lamentarse de la pérdida de la esencia y naturaleza de un pueblo o una patria es "romper". Deshacer su idiosincrasia y difuminarla hasta hacerla desaparecer es "unir".
Juan Cipresa