DOS larguísimas ovaciones como uno no recuerda haber escuchado nunca en un foro de carácter político e institucional -una de ellas, con el abarrotado auditorio del Euskalduna puesto unánimemente en pie- acompañaron ayer la intervención del lehendakari, Iñigo Urkullu, en el encuentro de DEIA sobre el modelo vasco de respuesta a los retos del futuro. Los calurosos aplausos -no es difícil de aventurar- no estaban directamente relacionados ni con el estricto contenido del discurso pronunciado por Urkullu ni con sus respuestas a las preguntas que le hizo la directora del periódico, Marta Martín, que, un año más, no consiguió doblegar la titánica prudencia del lehendakari y arrancarle el titular más esperado: la fecha de las elecciones. Aunque, como los montañeros, sí dejó alguna pista en el camino. “¿Ha dicho abril, no?”, preguntó después, haciéndose el ingenuo, un invitado. 

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Un lehendakari muy arropado

Las ovaciones componían una espontánea muestra de cariño, respeto y agradecimiento hacia Iñigo Urkullu en la que probablemente haya sido su última intervención pública como lehendakari ante un auditorio, más allá del foro parlamentario. Rara avis en estos tiempos convulsos. Un agur de categoría. Si el señor Urkullu podría estar plenamente satisfecho con esa expresión del público tras doce años como máxima autoridad de Euskadi en la que aún le quedan varios meses de tarea, Iñigo, la persona tras la figura presidencial, se mostró un tanto abrumado, muy emocionado y agradecido.

Durante su intervención, habló obviamente como lehendakari pero también “como persona, como ciudadano”. Se refirió de manera insistente a los valores individuales y colectivos frente al auge del “egosistema”, a la solidaridad frente al individualismo, el victimismo y la irresponsabilidad.

Personas con nombre y apellidos, con cara y ojos. Uno de los momentos emotivos de la jornada fue cuando Urkullu recordó a Alex, el joven que sufrió una brutal paliza en Amorebieta y cuyo juicio arrancó precisamente ayer en la Audiencia de Bizkaia. Elogió el coraje de la familia del chaval que se encuentra en estado vegetativo y afirmó que se trataba de una cuestión que tiene que ver con los valores que se quieren construir en Euskadi.

Con Imanol Pradales, su sustituto como candidato a lehendakari por el PNV en las próximas elecciones -“¿Pero ha dicho abril o no?”- entre el público, Urkullu no pudo obviar la obligada referencia. Esta vez cambió el papel y el abrumado era el pupilo: “Imanol ha sido alumno mío, lo he dicho públicamente”. Tras elogiar su gran “capacidad y valía” y ponderar su contribución a la reflexión estratégica de su partido, entró directamente -cómo no- a hablar de Imanol más que de Pradales: “No puedo decir otra cosa que es una gran persona y un magnífico representante de la política”, fue su resumen.

Finalizado el acto y ya entre los tradicionales corrillos antes del café, Iñigo e Imanol, Urkullu y Pradales, conversaban entre consultas a la agenda del móvil. “Hemos cuadrado una cita que teníamos pendiente”, confesó luego el alumno aspirante a suceder al maestro. Alguien le comentó que, tras la intervención y los aplausos que se había llevado el lehendakari, tiene que tomar buena nota porque el listón está muy alto. “Sí, el maisu es mucho maisu”, respondió. Personas y valores.