Muchas veces recuerdo aquel profesor de Matemáticas en primero de carrera que empezó su clase explicando que dos rectas paralelas se cruzan en el infinito. Ante nuestro desconcierto, y creo que imitando a quien antes debió hacerlo, cogió dos tizas y las trasladó por la pizarra paralelamente, continuó por la pared, cruzó la puerta y salió del aula. Pasados dos minutos de silencio volvió con las dos tizas y sus rectas y nos dijo: he visto que en el infinito se cruzaban.
Cuando ahora oigo a D. Sánchez, con medio partido acusado de corrupto y acosador, decir con una seguridad aplastante que no pasa nada, que es el momento de seguir, pienso que ha trascendido a una realidad paralela a la que vivo yo, y por lo que oigo, a la que vive un montón de gente. Cuando escucho a gentes de Sumar que esto se arregla con un cambio radical de los ministros socialistas y miran con cara de que se lo creen, pienso que en Sumar viven en paralelo a lo que viven los que, sin tener que ser listos, piensan un poco. Cuando oigo a la presidenta madrileña decir con una convicción hiperbólica que su novio es un santo varón, que no ha hecho nada malo, ni siquiera defraudar a hacienda, y que todo es una operación de Estado para atacarle a ella, pienso que su mente se ha ido por una vía paralela a la que seguimos la mayoría de los mortales. Y ahora, cuando escucho a Podemos de Araba decir con tanta certeza que el cambio de 31 millones, 9 para este año, en un presupuesto de 727 es un giro de 180 grados en las políticas de la Diputación, deduzco que viven paralelamente a muchos alaveses. Puede que todas esas declaraciones de políticos y lo que pensamos los mortales sean vías paralelas que terminen por confluir en el infinito, aunque dándole vueltas, más puede que sean mentiras que se mienten y nos mienten.