Creía haber terminado de ver la última temporada de Black Mirror, la estupenda serie sobre distopías tecnológicas que sitúa al espectador ante dilemas éticos, hasta la proclama sin admitir preguntas que ofreció ayer Ernai. Habitar mundos paralelos, ensoñaciones endogámicas y tener que elegir entre la realidad incómoda y la ficción más amable han acabado siendo tramas habituales para la serie y para el movimiento político que lidera Sortu. En la serie se resolvía con desigual fortuna; en la política llevan décadas dejándolo para la próxima temporada.
No es creíble el victimismo en quien se exhibe pintando dianas. Hay que tener la brújula muy desimantada para no distinguir entre criminalizar un proyecto y no amparar sus excesos. El relato redentor es megalómano: muchos son los llamados y pocos los elegidos para salvarnos del enemigo -en este caso la derecha españolista, equiparada al fascismo, que resulta ser un tipo que opina lo mismo de sí mismo y su misión frente a la izquierda independentista-.
Más enjundia tienen las implicaciones de lo que el portavoz de EH Bildu en la Cámara de Gasteiz, Pello Otxandiano, sostiene. Mostrando su mejor perfil, ese que permite que todo te pase de largo, Otxandiano nos convence de que EH Bildu no tiene nada que ver con Ernai y que se expliquen ellos. Mariano Rajoy habría aludido a “ese grupo del que usted me habla” y Pedro Sánchez, que estos chicos son unos desconocidos para él.
La gota que colma
La sentencia lo aclara todo
Condena del fiscal general. Se publica la redacción de la sentencia que inhabilitó a García Ortiz. No se asusten por sus 238 páginas: la mitad son el descarte de los recursos preliminares. De lo que queda, fifty-fifty para la exposición condenatoria y el voto particular exculpatorio. En la primera, imposible huir de la sensación de que hay más interés en anular los argumentos de descargo que en acreditar los de cargo. Se lo reprocha el voto particular; eso y que en su narración de hechos faltan algunos de peso que, sencillamente, no encajarían con un relato de culpabilidad. Un proceso oscuro hasta el final. Está claro.
Otxandiano pretende convencernos de que EH Bildu no tiene nada que ver con Ernai y eso es como decir que no tiene que ver con Sortu, aunque sea el partido que copa la ejecutiva y lidera la plataforma electoral que es. Que nadie en esta estructura debe hacer una reflexión crítica sobre los excesos de la organización juvenil. Si EH Bildu no lidera, ¿para qué sirve? ¿Solo para interponer una marca que apacigüe al votante y que crea votar a algo diferente de Sortu? Hay una renuncia ética al reducir el proyecto a la función de tapadera.