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Rubio de bote

Patxi Irurzun

Ladrones de tiempo

Ladrones de tiempoFreepik

Esta noche a las tres serán las dos. ¿O era al revés? Todos los años las mismas dudas. ¿Hay que adelantar o atrasar el reloj? Da lo mismo, porque el móvil y el ordenador hacen el trabajo por nosotros. Solo el reloj de pared permanecerá, por pura desgana, durante días, tal vez semanas, marcando la hora de verano, como un consuelo para esas tardes aplastantes que nos esperan, esas tardes en las que el sol, si es que ha llegado a lucir a lo largo del día, se echará a dormir después de la siesta.

Dicen algunos estudios que este cambio horario aumenta los infartos, los ictus y las depresiones. Desde luego que oscurezca una hora antes (y que sepas que por delante te queda todo el invierno hasta que vuelvas a sentarte en una terraza sin hongo calorífico) no te alegra el día, en todo caso te lo acorta. 

¿Y qué sucede si esta noche a las tres menos cinco de la madrugada una mujer embarazada de mellizos da a luz a uno de ellos y a las tres y cinco −que serán ya las dos y cinco− a otro? Pues que el primero será más viejo, pero legalmente el mayor será el segundo. 

Es todo un poco absurdo. Los ciudadanos de a pie, por ejemplo, no acabamos de entender en qué se traduce el ahorro energético al que debemos todo este manoseo del reloj. La luz que no enciendes en una fábrica por la mañana, la enciendes por la tarde. Aparte de que las luces suelen estar encendidas a todas horas en las fábricas. Lo que está claro es que en un hogar común a las cinco y media si no quieres prepararte la merienda a ciegas tienes que darle al interruptor. No sé, no tengo ni idea, pero a ver si al final resulta que el beneficio -al menos, en invierno- va a ser para las empresas eléctricas y que los ladrones de tiempo, los hombrecillos grises de Momo, la novela de Michael Ende, se apellidaban Entrecanales o Garamendi.  

Producir. Consumir. Producir. Esos son los ritmos circadianos del capitalismo. Y su himno, clinclín, el sonido de las máquinas registradoras. No hay tiempo que perder, despega la bolsa, recoge la compra, si tienes que poner el pan de molde junto a los congelados, te jodes, la cinta no puede parar, la cola tiene que avanzar, clinclín. 

Lo que de verdad estaría bien sería que no solo se pudiera retrasar el reloj, sino también el tiempo; que pudieras borrar tus errores o descuidos, retroceder una hora en tu vida, corregir la frase con la que heriste a alguien a quien quieres, cruzar la calle por otro sitio diferente a aquel en el que te atropellaron… Pero eso es solo ciencia-ficción. La cruda realidad es que esta madrugada a las tres serán las dos y que mañana se pondrá el sol a las 18:07. Al menos, hoy, dormiremos −o trasnocharemos− una hora más. Buenas noches.