He de admitir que tenía otro artículo prácticamente acabado para el día de hoy, pero el ataque de la aviación norteamericana a las centrales nucleares iraníes del fin de semana pasado lo dejaron prácticamente obsoleto.
Creo que a todos nos entró el escalofrío de si estábamos entrando ya en la tercera guerra mundial. Pero luego pensé que si por ello nos referimos a una contienda termonuclear, ésta se habría producido de forma inmediata. Me refiero a que Putin o Xi Jinping o Kim il Sung, que son los que acaso habrían respondido, lo habrían hecho inmediatamente. No nos habría ni dado tiempo a enterarnos del ataque de Trump. Eso no quiere decir que haya pasado el peligro, ya que las tensiones siguen altas. Pero para mí está claro que, de producirse una reacción nuclear por ellos (o por Trump, o por Netanyahu, que al parecer tiene la bomba nuclear en secreto), ésta, si se diera, será inmediata. Y ya, con más perspectiva, recordé la trampa de Tucídides.
Tucídides (c. 460 a. C.- c. 396 a. C.) fue un notable historiador y militar ateniense. Su Historia de la guerra del Peloponeso nos relata la historia de la guerra del siglo V a. C. entre Esparta y Atenas hasta el año 411 a. C. Se le considera como el padre de la historiografía científica. Fue él quien por primera vez estableció unas normas estrictas de recopilación de pruebas, haciéndolo para su análisis en términos de causa-efecto, excluyendo toda mención a intervenciones divinas.También se le considera como el fundador de la escuela del realismo político, que valora las relaciones entre las naciones en función de su poder, y no en razón del ideal de justicia. Incluso hoy, sus textos siguen siendo estudiados en academias militares de todo el mundo, y el Diálogo de los melios continúa siendo una importante obra en el estudio de la teoría de las relaciones internacionales.
La trampa de Tucídides fue ideada por el politólogo estadounidense Graham T. Allison en el título de un artículo que éste publicó en el Financial Times en 2015. En dicho artículo hacía referencia al riesgo de guerra que se da cada vez que un país teme perder la hegemonía, o más concretamente, cuando una potencia en ascenso rivaliza con la potencia gobernante. La referencia a Tucídides viene de cuando el historiador griego relataba cómo Atenas desafió a Esparta. Así pues, Allison puso en circulación el concepto para describir una posible guerra entre los Estados Unidos y China durante este siglo. Para ello estudió dieciséis casos históricos y concluyó que en trece de ellos hubo guerra, si bien apuntó que en los casos en los que evitó la contienda, “fueron necesarios enormes y dolorosos ajustes en las actitudes y acciones no solo de parte del retador sino también del desafiado”. Lo cierto es que el estudio de Allison ha sido muy criticado en los ambientes académicos estadounidenses, tanto por la metodología utilizada como por las conclusiones a las que llega.
Me pregunto si la trampa de Tucídides no sería más acertada si en lugar de aplicarla a la rivalidad entre Estados Unidos y China se aplicase a la tensión estructural que se produce entre el poder hegemónico establecido de Estados Unidos y la llegada de ese mundo multipolar que se nos anuncia desde hace ya algún tiempo. Se trataría –me temo– de la llegada de un nuevo orden mundial basado básicamente en la fuerza bruta. Lo cierto es que la historia está repleta de casos de fuerza bruta ejercida por individuos auténticamente enloquecidos, como Calígula y Nerón, Iván el Terrible y, en el siglo pasado, Hitler, Stalin, Pinochet y Pol Pot, por poner solamente unos ejemplos.
Ahora hemos llegado a la era de los Trump, Netanyahu, Putin, Xi Jinping, Alí Jamenei, Kim Jong-un y otros muchos que no cito por no aburrir. Hay quien dice que el mundo multipolar será mejor. No sé yo, y mucho menos con todos los mencionados. Ojalá, pero como que no me lo creo. Y tampoco es que lo anterior haya sido especialmente bueno, aunque el siglo pasado sí trajo consigo la Justicia Internacional. Aunque aún imperfecta y muy mejorable, sigo persuadido que varios de los arriba mencionados serán juzgados. Aún quedamos unos pocos chalados que creemos que la civilización pasa por la aplicación escrupulosa de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario a todo el que lo viole, sea estadista o no. No será desde luego por falta de empeño. Algunos somos muy testarudos. Tampoco sería la primera vez que se consiguen cosas, ni mucho menos. ¡Ánimo!
@Krakenberger