Entiendo el malestar de alumnos y alumnas de la Facultad de Derecho del campus de Leioa, pero no comparto el acoso. Bajo ninguna de sus formas. Quizás, a toro pasado, es fácil argumentar si el docente que está en el ojo del huracán tenía que haber sido objeto de investigación previa por sus mensajes de dudosa ética. Quizás, de haberlo hecho, se hubiera culpado a la UPV/EHU de no respetar el derecho de libertad de expresión. O a saber. En tiempos como los actuales tanto vale lo de ahora como lo contrario al segundo después. Pero lo que no puede ser es el acoso ni justificarlo. Eso puede abrir puertas imposibles de cerrar después.