Feijóo está solo

Una mentira repetida cien veces no se convierte en verdad. Feijóo anunciaba el lunes que ha abierto diálogo con CC, PNV y Vox. Ante quienes aplauden con las orejas la posibilidad de que el PNV figure en esa suma -los mismos que insisten en el pacto de las municipales con el PP, que los jeltzales niegan por activa y por pasiva-, lo cierto es que el PNV se vuelve a desmarcar: “El PP sólo tiene la posibilidad de Vox y nadie más salvo UPN” zanjaba en Onda Vasca Itxaso Atutxa. Quizá ni eso, como recuerda Alan Barroso. Feijóo está solo y quienes insisten en según qué conspiraciones judeomasónicas sabrán sus motivos.

Esto es lo que quieren promover

La caída de Vox es una buena noticia para los que creemos en los derechos humanos y la diversidad. Con su incursión en los gobiernos de algunas comunidades ya hemos visto lo que promueven: vetos a la cultura, pérdida de derechos para mujeres y el colectivo LGTBI y la rojigualda como solución a todos los males. En Hungría, las librerías han empezado a precintar libros infantiles con personajes LGTBI tras la orden del presidente Viktor Orban, el mismo que felicitaba a Vox por su avance en las municipales y celebraba que la ‘reconquista’ continuara en España. Nada más que añadir.

Tezanos y su CIS

Lo que son las cosas, tanto que se ha hablado de Tezanos y su CIS, que casi lo ha clavado el 23-J. Cocina mediante, tampoco vamos a negarlo, lo cierto es que ha estado mucho más atinado que la demoscopia privada. El resultado de las elecciones nos ha descolocado a (casi) todos pero el CIS auguraba un empate técnico entre PP y PSOE y que la derecha no tendría opción de alcanzar la mayoría absoluta. Tal cual. En cualquier caso, va más allá de la mera anécdota lo mucho que han fallado, en general, las encuestas. Si, además, nadie se las cree, ¿por qué nos empeñamos en mantenerlas?

La vuelta del Emérito

Tal ha sido el margen de error de las encuestas que la semana pasada estábamos hablando de un eventual retorno definitivo del Emérito en caso de que Feijóo llegara a gobernar. Aquí, de nuevo, nada más lejos. Nada me reconcilia más con el género humano que bucear en Twitter -o X, como parece que hay que llamarlo ahora- tras un evento trascendental como unas elecciones. Un ejemplo, el lunes por la mañana, cuando era un hervidero de memes -a cada cual más ingenioso, en verdad, sobre la no-vuelta del Emérito. Al final, va a volver antes Puigdemont. Al tiempo.

Twitter ya no es Twitter

Este lunes, en mitad de la resaca electoral, Elon Musk le asestaba la estocada final a Twitter. Su juguete más maltratado queda, finalmente, despojado de toda su esencia. Deja de llamarse Twitter y toca despedirse del pájaro azul. De ahora en adelante, nos queda “X”, una nueva red social centrada en audio, vídeo, mensajería y pagos con el objetivo de desarrollar una aplicación impulsada por inteligencia artificial. Aguantaré lo que pueda, pero me auguro una despedida más bien próxima de una red que pudo llegar a serlo todo y ha terminado siendo una triste caricatura, fiel reflejo de su dueño.