Perdemos mucho más que el mero no estar de un centenario Luis Iriondo. Lo perdemos todos y no solo sus más allegados porque la memoria es tan frágil que el olvido nos lleva a la irrelevancia. Luis Iriondo no era irrelevante y su función de guardián y símbolo de la memoria colectiva del bombardeo de Gernika, de las atrocidades de la guerra y de lo que le siguió, merece ser protegida del olvido. Un día se pierde de vista lo que el discurso fascista justificó y unos años después sus herederos ideológicos nos gobiernan. Nos sorprende en Italia o Rusia. Que no nos sorprenda aquí.