SIEMPRE he pensado que es mejor dedicarse a planificar el porvenir que a rememorar el pasado, pero cuando sabes que te queda menos del primero que del segundo, te arrastras al desconcierto de no saber si recrearte en borrosos recuerdos o planear un incierto futuro. Por rememorar, me puse a contar los artículos publicados en esta columna, resultando que son 490, y concluí que este sea el último, pues ya son cantidad más que suficiente de ideas sobre presente y futuro evocando el pasado y mucho coñazo para mí y mis lectores, además de necesitar no perder los nervios cada semana cuando llega el momento de enviar mi pensamiento.
Salgo al balcón y le pregunto a ama qué le parece y comenta que, aun entendiéndome, se presta a seguir ayudándome con sus opiniones y manera de entender la vida. En esto aparece también aita, le pregunto su opinión y solo le oigo un sutil coño, coño. Nos descojonamos y ama recuerda que, ya desde joven, cada vez que alguien se paraba a hablarle, él desconectaba, seguía pensando en sus cosas, y para no equivocarse diciendo si, si o no, no, mormojeaba un neutral coño, coño.
Supongo que por el ruido de la risa aparece más gente entre los que están Rosa, José Manuel, Puri, Elena y Carmen. Me preguntan si apartarme de escribir supone dejar de charlar con ellos para recordar, y les digo que jamás, que siempre han estado, están y estarán en mi alma y que, si cabe, me dedicaré más a conversar con todos los que quise aquí y sigo queriendo allá porque así nunca dejarán de estar.
Y cuando me jubile de todo, si es que me dejan jubilarme, aunque no abandone mi porvenir, quiero dedicar más tiempo a los que quiero que aquí están y no –eso que ganaron– se lo dediqué en su día, a los que quise y sigo queriendo en mis recuerdos, a mi memoria que ya ocupa más que mi futuro y, si puedo, al gin-tonic y a algún canuto. Kaixo a todos ellos y agur a los lectores.