ASADO mañana son las elecciones andaluzas. Si las encuestas no fallan -la práctica unanimidad de los sondeos no permite prever esa circunstancia-, la derecha ganará con mucha holgura. La izquierda -principalmente el PSOE- ha sido hegemónica en el sur de la península, pero eso parece que ha tocado a su fin. Es necesario recordar que hace cuatro años el PSOE, con Susana Díaz, fue el partido más votado aunque perdió 14 escaños y que el PP bajó también siete parlamentarios. Sin embargo, el popular Juanma Moreno Bonilla pactó con Ciudadanos y, con el apoyo de Vox, se hizo con el Gobierno andaluz. La toma del poder por parte del PP, y además en connivencia con la ultraderecha, se vio como la prueba de fuego de esta revolución que ahora parece consolidarse. Los socialistas, que siempre presumieron de que sus políticas habían sacado a Andalucía de un atraso casi secular, ven ahora como los andaluces no solo no se rebelan contra esa derecha clásica de los señoritos sino que es muy posible que quieran repetir la experiencia. Andalucía es compleja, plural y diversa y con una rica historia. Su Estatuto de Autonomía la define en su preámbulo como “realidad nacional”, tal y como lo describía ya en 1919 el Manifiesto andalucista de Córdoba. Antes, en 1883, ya tuvo su Constitución federal de Antequera, el primer intento de autogobierno. Y en 1936 se aprobó el proyecto de estatuto de autonomía aunque en su caso, al contrario que el de Euskadi y el catalán, quedó en el limbo a causa del golpe de Estado de Franco. Vox, que no oculta que quiere cargarse todas las autonomías aunque las utiliza torticeramente para sus intereses generales, ha sido clave en este giro histórico. Y puede serlo a partir del domingo. Su lideresa sobrevenida y fraudulenta, Macarena Olona, así como Abascal, ya han garantizado que no apoyarán un gobierno del PP si no forman parte de él. En Castilla y León les salió bien. ¿Claudicará también Moreno Bonilla? Fue él quien empezó a blanquear a Vox. Ahora podría ser la oportunidad del PP y Núñez Feijóo de dar un golpe de autoridad frente a la extrema derecha que amenaza con devorarlos y abrir paso a otra revolución en los acuerdos. Y al PSOE solo le queda guardar los muebles. Andalucía no es Castilla y León.