MAGINEMOS que un Tribunal Constitucional ágil y oportunista -el actual español lo es, cuando interesa- admitiera a trámite y ordenase ya una nueva votación esta semana que viene para la convalidación de la reforma laboral. Imaginemos. El factor sorpresa urdido por el PP con la complicidad de los representantes tránsfugas de UPN se esfuma y hasta el diputado Alberto Casero habría aprendido que tiene que apretar el botón rojo y no el verde. Imaginemos -ya puestos...- que no hay "compra de votos". ¿Qué pasaría? No sé cómo pero yo apostaría a que vuelve a salir que sí.