RDAIBAI, o como siempre le hemos denominado Busturialdea, necesita el efecto dinamizador del Guggenheim como el agua de mayo. Cuando la crisis económica y la reconversión habían hundido Bilbao, y el pesimismo se había adueñado de todos, la llegada del Guggenheim puso a Bilbao en el mapamundi y ayudó al país a despegar de aquel agujero sin fondo en el que nos veíamos.

Hay que recordar y repetir hasta la saciedad que los museos y la cultura en general, son un importante factor de desarrollo económico y social. El arte ayuda a modular las interacciones entre las personas, y entre estas y la naturaleza. Las pinturas y las esculturas reflejan los espacios en los que se dan estas interacciones, igual que la música refleja el tiempo en el que se dan las mismas. Por eso el marco físico en el que se sitúan los museos es clave para que puedan desarrollar adecuadamente sus funciones.

Busturialdea, que fue la Bizkaia nuclear, tiene dos polos demográficos, económicos y culturales que son Gernika y Bermeo. En el caso de Gernika, tiene un peso político y simbólico para toda Euskal Herria que hay que mantener y potenciar en lo posible.

El anuncio de que el Guggenheim Urdaibai se va a ubicar en la fábrica de Dalia en Gernika y en los astilleros de Murueta merece cierta reflexión. La primera sede del nuevo museo que se planteó, las colonias de Sukarrieta, ya se ha desechado, y ahora se ponen sobre la mesa dos nuevas ubicaciones. Murueta parece un lugar idóneo porque los astilleros ya tienen sede en la Ría de Bilbao y, de esta manera, se gana un lugar inmejorable en el corazón mismo de la Reserva de Urdaibai, reforzando su condición de Patrimonio de la Humanidad. Hay un consenso sobre la importancia de la sostenibilidad y la ecología en estos momentos

La segunda ubicación del Guggenheim en la zona industrial de Gernika merece ciertas consideraciones. La importancia de la marca Guggenheim acabaría haciendo sombra a toda la ciudad y desdibujaría su imagen y el simbolismo político y cultural del Árbol de Gernika, la Casa de Juntas, la memoria del bombardeo y su condición de "ciudad sagrada para los vascos".

Esos elementos simbólicos, culturales y políticos no son pecata minuta y sólo la garantía de que el Guernica de Picasso quedaría expuesto en el nuevo Guggenheim podría justificar su ubicación en la propia ciudad de Gernika.

Decíamos, al principio, que la comarca tiene dos polos y que hay que pensar en promocionar también su fachada marítima. Habría que favorecer el desarrollo armónico de estos dos polos. Este tramo de costa entre Mundaka y Bermeo dispone de lugares apropiados y con unas vistas espectaculares para ubicar una parte del Guggenheim, como Lamiaren o la ladera de Demiku, muy bien orientados y de fácil y rápido acceso. Ello daría al propio museo un espacio novedoso y magnífico sobre el imponente paisaje de la bahía de Matxitxako, con Izaro en su centro y Ogoño cerrando la vista por el Este. Su acceso desde Bilbao sería muy corto y sencillo atravesando los túneles de Sollube y la variante de Bermeo.

La reflexión no debería de quedar solo en la ubicación, también deberíamos empezar a conocer y a hablar sobre las necesidades y objetivos a largo plazo del nuevo museo, de su contribución al panorama cultural vasco y europeo, de las actividades, de los contenidos, de la colección permanente, de las exposiciones temporales, de las iniciativas locales, de la socialización, de la economía del entorno, de formación y de un largo etcétera para, entre todos, aprovechar al máximo el potencial que guarda el proyecto del Guggenheim.

No creemos que se hayan de prestar unas infraestructuras y energía, simplemente para proyectos de desarrollo turístico con un plan de tal envergadura. Ello sería echar a perder una posibilidad excelente de impulsar la puesta al día de nuestra sociedad y de nuestra cultura.

* A. Erkoreka, médico e investigador; J. A. Ozamiz, presidente de Fundación UZTAI Fundazioa