OS países más interesados en socializar el clima de buenas noticias son las dictaduras aprovechando el control de los medios para contrarrestar la realidad y elevar la moral. Aquí ya tuvimos esta experiencia con la imposición del NO-DO antes de cada película en todos los cines y sesiones. Y donde no hay prohibición de libertades, ¿quién conoce el nombre de los diarios que solo publican buenas noticias? En Internet existen varios medios que únicamente publican buenas noticias: El portal Son buenas noticias o la web OK noticias; En positivo, Otromundoesposible.net., Canal Solidario...

Es verdad que buenas y grandes noticias, haberlas, haylas: ya es posible cronificar algunas variantes del cáncer y es un hecho la mejora enorme de la calidad de vida en los pacientes de muchas enfermedades. Sabemos que África lleva un nivel de vacunación de covid-19 en torno al 2% de su población. Pero nos informaron muy poco de la erradicación en 2020 de un poliovirus salvaje. Podríamos seguir llenado páginas de papel (o de pantalla) con los muchos logros sociales, en todos los órdenes, que nos provocarían una sonrisa esperanzada. Todo es información pero algunos estudios señalan lo evidente: que la confrontación y la disputa gozan de un mayor interés para los medios, comenzando por la omnipresente política.

Con la necesidad que tenemos de buenas noticias importantes, el deporte informa de forma positiva frente a la tendencia general de informar con profusión lo negativo. Cada vez que nuestro equipo gana un partido, o ficha a un gran jugador, millones de personas son felices porque, oh paradoja, los medios de comunicación lo propagan e incrementan sus audiencias. Los medios en general y los deportivos en particular han hecho su agosto con la llegada de Leo Messi al Paris Saint Germain, quedando en segundo plano informativo la frustración de los seguidores culés. Las medallas de Tokio resaltan más que no haber logrado lo previsto. En el resto de la actualidad, debemos hacer algo para equilibrar el peso informativo negativo sabiendo que los pensamientos catastrofistas acaban configurando nuestra realidad por la llamada profecía de autocumplimiento. De forma inconsciente, buscamos confirmar nuestras expectativas y el ambiente social acaba por contagiarse, en este caso sobre lo negativo.

Los medios resaltan más los aspectos controvertidos y conflictivos de la realidad que el diálogo o el acuerdo. El mundo está mal, es cierto, pero no es inteligente hurtarnos lo positivo que acontece considerándolo como noticias menores con lo que influye en el estado de ánimo colectivo. Algunos informativos de televisión son capaces de emitir más de diez malas noticias seguidas logrando que hasta los anuncios publicitarios resulten balsámicos.

Quiero destacar una preciosa iniciativa leída entre muchas otras cuasi desconocidas. Se trata de la iniciativa impulsada por algunos periodistas acostumbrados a cubrir las guerras. Es el proyecto Després de la pau (Después de la paz) a partir de la evidencia de que prácticamente ningún periodista -ni casi nadie- se interesa por ir a cubrir las paces, señala Sergi Picazo. El formato empleado han sido una serie de reportajes sobre los procesos de reconstrucción y reconciliación vividos en países como Bosnia, Ruanda o Sudáfrica, que comenzaron cuando las armas callaron y las cámaras se van a otros escenarios noticiables con guerra. “Corresponsales de la paz” les llama Xavier Giró, profesor de Periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona, en lugar de corresponsales de guerra.

A todo esto hay que añadir que si resulta más fácil vender lo malo, tenemos derecho a creer en que pueda existir un intento deliberado por generar estados de opinión catastrofistas desde los grandes emporios de la comunicación. La película ¡Qué dilema! (The Dilemma, 2011) recoge este diálogo chocante:

-¿Es noticia?

-Sí.

-¿Lo vamos a emitir?

-Claro que no.

-¿Por qué, porque no dice la verdad?

-¡No!, porque dice la verdad, por eso no lo vamos a emitir.

El sensacionalismo como mensaje: Good news, no news.

Me niego a creer que el incremento de noticias positivas no sea rentable. El quid del asunto estriba en que tampoco resulta adecuado informar exclusivamente de las noticias positivas, que puede recordar a las “flores y pájaros” del NO-DO franquista. Si existe una tendencia a la información polémica y negativa, disminuyamos el especio informativo de las desgracias para comunicar mejor la cara positiva del ser humano equilibrando el contenido final. Generar esperanza desde la realidad positiva mostraría algo más que una sociedad casi a merced de asesinos, corruptos y desaprensivos. Algunos ya están convencidos de ello, pero si la mayoría de la humanidad no fuera esencialmente positiva y ética, hubiésemos desaparecido hace tiempo. Necesitamos visualizar con datos, cada día, que son muchas las cosas bien hechas y buenas por las que mantener la esperanza colectiva, aun en tiempos de pandemia. Y seguir luchando.